01 marzo 2018

Breitfuss, un esquiador con corazón alteño



Simon Breitfuss Kammerlander, nacido en Pitztal, Austria, el 29 de noviembre de 1992, es naturalizado boliviano desde 2017 y “un alteño de corazón” que vive en el país desde 2011. En las últimas dos semanas tuvo una gran actuación en cinco pruebas de los Juegos Olímpicos de Invierno, que culminaron el 25 de febrero en Pyeongchang, Corea del Sur.

Breitfuss fue el abanderado de la delegación nacional —conformada por dos deportistas, el otro fue el finlandés Timo Grönlund— que participó en este evento multidisciplinario al que Bolivia acudió luego de 26 años. La última vez fue en Albertville, Francia 1992.

Si bien no conquistó ninguna medalla o terminar entre los 10 mejores su desempeño tuvo un gran impacto entre los competidores profesionales y la prensa extranjera, ésta lo buscó incesantemente para entrevistarle.

Su momento cúspide fue el puesto 32 (un minuto, 50 segundos y 43 centésimas) conseguido en el eslalon.

Este sitial fue su mejor posición en el país asiático, pues antes solo había ocupado la casilla 47 en el descenso, la 45 en el súper gigante y la 43 en el gigante. En la combinada alpina fue descalificado.

Estos logros los dedicó a su “familia, amigos y a toda Bolivia”, país del que se encariñó.

Simon sostiene la bandera boliviana en el acto de inauguración de los Juegos. Atrás, Timo Grönlund. Foto: AFP

Desde 2011 vive en la urbe alteña, cerca de la feria 16 de Julio, donde comparte domicilio con unos amigos de la Asociación Municipal de Esquí y Andinismo de El Alto.

“Me gusta vivir ahí porque estoy acostumbrado al clima frío y la altitud, además me sirve para entrenarme con miras a las competencias”, señala Simon, quien con su padre Rainer, que también es su entrenador, se van a las montañas bolivianas para prepararse.

Practica el esquí en los nevados de Charquini, Huayna Potosí y Quime, mientras que hace acondicionamiento físico en Chacaltaya.

En esos lugares acampa con su progenitor. “Me gusta entrenar con mi papá, a veces es difícil, pero lo hacemos bien”, dice Simon, quien desde sus tres años se interesó por los deportes de invierno.

Para su preparación cada año, ambos permanecen en Bolivia y sus montañas entre dos y dos meses y medio; luego se van a Chile y Argentina para usar las pistas de esos países antes de dirigirse a Europa y Asia para participar en las competencias que son válidas para la Federación Internacional de Esquí.

Con la experiencia vivida en Corea del Sur, donde rozó el Top-30, Simon apunta ahora a clasificarse nuevamente a la próxima cita olímpica dentro de cuatro años en Pekín, China.

“Quiero competir otra vez, pero en esa ocasión deseo hacerlo dentro los 30 mejores del mundo”, apunta.

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