13 febrero 2017

Atletas ciegos necesitan apoyo y venden trofeos


A Juan David le dicen “Panda”, aunque curiosamente, en pleno partido, nada de su apariencia delata o da una pista que justifique el apodo del muchacho, que tiene 24 años y es ciego.

Su complexión física tampoco responde a la imponencia que caracteriza a aquellos osos. Este panda (humano, el nuestro) es delgado, sumamente ágil y tiene reflejos finos que, muy posiblemente, muchos atletas con fama indiscutible podrían admirar. Se muestra atento al sonido de los cascabeles que están dentro de la pelota y cuando escucha que el balón se acerca a él, lo espera con ansias para atraparlo y recibir el visto bueno del profe Koko, que lo alienta con palabras amables.

La primera impresión hace suponer, erróneamente, que Ramiro es el “Panda”. El pedazo de tela negra que lleva en los ojos, como especie de antifaz, permite la deducción. Más tarde, sabremos que fue una conclusión anticipada.

Juan David Velásquez y Ramiro Huanco son invidentes. Decir que “no ven” sería otra falacia, pues hay quienes aseguran que las personas no videntes miran con el corazón.

El primero tuvo que dejar los estudios, aunque planea retomarlos. Ramiro, de 30 años, es presidente de la Asociación Departamental de Deportes para Ciegos de Cochabamba (ADDCC). Perdió la vista cuando tenía 21, en lo que él recuerda que fue una pelea callejera. Es feliz. Así se reconoce. Y está decidido a ganar una medalla internacional en lo que mejor saber hacer: nadar.

“La sociedad de consumo nos convirtió en caballos cocheros, siempre lo digo. Todavía nos falta ponernos en los zapatos del otro”. El análisis de Jorge Koko Burgoa, el responsable del Comité Técnico de la Asociación, no es improvisado. Este hombre, en una ocasión, decidió vendarse los ojos e ir por la calle para “sentir” las dificultades que atraviesan las personas no videntes. Colabora con los deportistas ciegos hace tres años. Es un personaje activo. Cada sábado, cuando el grupo de niños, jóvenes y adultos de este sector se concentra desde las 9:00 en la plazuela Franz Tamayo, es él quien corre detrás de cada pelota cuando alguno de los deportistas no la alcanza. Y lo hace innumerables veces porque faltan voluntarios que se sumen.

VENDEN TROFEOS PARA VIAJAR La Asociación representa a más de 50 atletas que practican goalball, ajedrez, atletismo, judo y fútsal. Las carencias son muchas. Pese a que la entidad cuenta con personería jurídica (que consiguió en 2015) y que es una de las instituciones reconocidas por el Servicio Departamental del Deporte (Sedede), no recibe apoyo de las autoridades. Al menos, eso sostienen el titular del ente y Burgoa.

“Siempre estamos recaudando fondos. Hubo épocas en que se tuvo que vender trofeos para reunir plata y pagar pasajes”, cuenta Koko, responsable también de Enkarte, un proyecto social que produce muebles de cartón reciclado.

También Ramiro recuerda que tuvo que adquirir deudas para costear viajes de los atletas. “Me endeudé bastante. Lo hago porque me gusta el deporte y porque quiero impulsar a los chicos de la Asociación”.

Tienen una vida similar a la de cualquiera, pues estudian, trabajan y han formado familias. Ramiro, por ejemplo, elabora bastones. Consiguió una máquina que logró adaptar y que es su principal elemento de sustento. La acondicionó gracias a los conocimientos que adquirió a los 21 años, cuando se dedicaba a la tornería y tenía vista.

¿CÓMO COLABORAR CON ELLOS? Son muchas las necesidades de los deportistas. Requieren equipamiento (pelotas de goalball, fútsal, elementos de atletismo, ropa para judo, cronómetros, botiquín de primeros auxilios, bastones, coderas y rodilleras de protección, tableros de ajedrez con alto relieve, zapatillas) y, esencialmente, refrigerios y agua.

Es común ver que algún vecino se acerca a la plazuela Franz Tamayo con bebidas en mano y vasos plásticos. Eso ayuda para saciar la sed de los atletas, que no fallan en las citas sabatinas. Koko explica que, quienes quieran ser voluntarios o brindar refrigerios y ropa, pueden hacerlo los sábados, desde las 9:00 hasta las 10:30 en dicho punto.

Otro modo de contacto es a través de Facebook. La página ADDCC, de la Asociación, permanece con información actualizada sobre los eventos locales y nacionales. El grupo de Enkarte, también en la red social Facebook, es otro de los medios para tomar contacto con los deportistas.

El teléfono de Ramiro Huanco está disponible (72768227).

TAMBIÉN ENTRENAN EN EL CAPRILES Los lunes, miércoles y viernes, el grupo se concentra en el estadio Félix Capriles, donde ensaya y se pone a punto en las pruebas de velocidad.

Koko cuenta que han gestionado el uso del escenario porque “les corresponde” por derecho.

Las mujeres no se quedan atrás. Van a la par. Claudia Condori, una muchacha de 23 años, es especialista en natación. Vive con sus padres, tiene cuatro hermanos y es una de las atletas más activas cuando de entrenar se trata.

Obedece las instrucciones de sus profesores y confiesa que sus compañeros son como su familia.

“Me encanta compartir con ellos”.

“No sé ni qué son los colores”

Claudia Condori, de 23 años, es especialista en natación. Perdió la vista cuando tenía apenas un año, razón por la que su memoria no le permite recordar qué son los colores.

Es tajante. Dice que no tiene idea de lo que ello implica. Su forma drástica de dejar en claro su posición no le quita la dulzura al hablar.

“Quedé ciega a través de una enfermedad, cuando tenía un año. No recuerdo nada. No sé ni qué son los colores. Ahora me puedes decir ahí están las aves y son de un color determinado ¿Y? No me imagino”.

Relata que, antes, sus padres no “confiaban” mucho en ella y que eso le producía sufrimiento.

Ahora todo se transformó. Sus papás decidieron que era momento de dejar que se manejara sola. Y así fue. Claudia sabe que debe hacerlo. “Mis padres no me entendían, pero ahora sí ya confían en mí. Me cuidaban mucho, me decían que no viajara sola, que me podía pasar algo”.

Y sigue. “Poco a poco me fueron soltando. He sufrido mucho porque más confiaban en otras personas que en mí. Ahora no, pues ha cambiado todo para bien”.

Está en la normal. Estudia el tercer año de educación especial y quiere especializarse en “algún área referente a ese campo”.

Asume a sus compañeros de la Asociación Departamental de Deportes para Ciegos de Cochabamba (ADDCC) como parte de su familia, una que conformó por pura elección.

“Compartir con mis amigos es mucho. Con ellos he vivido buenos momentos, tuvimos experiencias y muchas cosas. El salir con ellos y reunirme los sábados me gusta. La paso bien. Tal vez es porque son de mi misma discapacidad. Los quiero como a mis hermanos. No sé sin ellos qué sería de mí”, concluye.

Cuando el sábado pasado se reunieron en la plazuela Franz Tamayo, Claudia fue una de las más entusiasmadas. El profe Koko daba instrucciones y ella obedecía a rajatabla.

No parecía cansarse y solo paró cuando fue el momento de hacer un break necesario porque los varones necesitaban la cancha para jugar un partido de fútsal.

Claudia es risueña y tiene una chispa de dulzura.

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