21 noviembre 2016

Jaime, las reglas de un campeón sin excusas

“¿Cómo ha sido tu vida en Estados Unidos?”, fue la pregunta que apareció en la recta final de la entrevista. “Me levantaba a las 5:30 para entrenar dos horas. Luego iba a recoger el desayuno, pasaba clases, descansaba unos minutos y volvía a entrenar. Después iba a trabajar a la cafetería ¡También fui salvavidas!”.

La contestación cerró el breve círculo nacido entre un emisor, que no es “cualquiera” (aunque a esta altura de la nota su nombre aún permanezca en el anonimato), y un receptor que encontró argumentos sobre el significado del término, trillado tal vez, “disciplina”.

Hay decenas de confesiones y centenas de conceptos en torno al valor del llamado “sacrificio”, salido de labios de los propios deportistas. Y solo ahora es cuando, casi de forma tangible, un actor de ese universo selecto ayuda a graficar el sentido de dicha palabra.

El hombre actual, el de esta historia, es Jaime Arévalo. Tiene 22 años y dejó a un lado los conformismos porque su alma sedienta de triunfo es imperante. Vaya a saber si entre sus escritores de cabecera se encuentra el poeta uruguayo Mario Benedetti y si alguna vez leyó “No te salves”, poesía que habla de no quedarse anclado en la comodidad y no “congelar el júbilo”. Lo cierto es que el muchacho es dinámico.

Se vuelve necesario acabar con el misterio y revelar, de una vez por todas, la esencia del protagonista: Jaime es un nadador cochabambino, el de los 20 récords nacionales, el de los 7 campeonatos sudamericanos, el de las 4 Copas Pacíficos y aquel que, hace una semana, asaltó el terreno de los charrúas al ganar cuatro medallas de oro en el Campeonato Sudamericano Máster y en aguas abiertas.

No por azar es quien es. La consecuencia de su compromiso con la natación lo lleva a respetar lo que él contempla como “orden lógico” de los acontecimientos.

Una cosa lleva a otra y Jaime lo tiene claro. Sabe que inscribir su nombre en los Juegos Olímpicos no es una tarea inmediata. Y tiene un plan, quemar etapas: “Quiero el ciclo. Primero vienen los Bolivarianos, luego Odesur 2018, los Panamericanos y finalmente los Olímpicos. Estoy empezando y tengo incertidumbre, pero no lo dejaré. Voy a entrenar el triple. Me daré modos y me rajaré”.

El hecho de haberse ido al país del norte cuando tenía 19 años y radicar hasta los 21 tuvo mucho que ver con su crecimiento personal. Allí era un latino más que destacó en dos universidades e, incluso, llegó a gozar de becas gracias a su “excelencia académica”.

Regresó a la Llajta porque se produjo un cambio de entrenador en su universidad y, al parecer, el nuevo contratado no tenía afinidad con los “hispanos”. “Tuve que volver. Además quería ir a China”.

Desde su céntrica casa (ubicada en la calle Oruro), aquella que heredó de sus abuelos, el múltiple campeón sudamericano recuerda cuando consiguió su primera medalla (había ganado su serie de clasificación a los cuatro años y la organización decidió regalársela para incentivar a los niños).

Habla, también, sobre la relación que sostiene con su padre Máximo, el coronel de la familia, aquel que viene a ser una especie de “fuente de inspiración” en la vida del estudiante de ingeniería civil. Admira a Michael Phelps, es casi un axioma para los nadadores. Sin embargo, se anima a ensalzar al tenista suizo Roger Federer: “Es el caballero y el embajador del deporte”.

He aquí a Jaime, el múltiple campeón sudamericano.

P: Eres el chico de los récords, es indudable...

R: Tengo bastantes (risas). Algunos fueron batidos, pero otros están vigentes. También he sido reconocido con el Premio Kanata de 2009 al 2012. Son muchas las medallas...

P: ¿Qué cualidades tienes que te diferencian del resto?

R: Creo que soy una persona a la que le gusta trabajar para conseguir lo mío. Trato de no poner excusas a las cosas que debo hacer y de ser lo más disciplinado posible porque eso te forja, te construye como deportista. Pese a no ser muy alto ni grande, me destaco porque trabajo. Mi entrenador Marco Ramírez sabe cuántos años vengo haciendo esto. ¿De qué sirven las excusas?

P: ¿Tomaste esa actitud de alguien en especial?

R: De mi padre. Él es militar (coronel). Siempre me dijo que si uno es bueno en algo, no puede ser solo bueno en eso. Por otro lado, soy bastante tranquilo e intento respetar siempre.

P: ¿Te molesta la injusticia?

R: No me gusta para nada. Mi abuelo (don Jaime) es uno de los mejores abogados de Cochabamba. Él me enseñó que las cosas deben hacerse siempre de forma correcta.

P: Viviste en Estados Unidos ¿Cómo has estado?

R: Mi vida era levantarme a las 5:30. Trabajaba en una cafetería. Tampoco podía exigirles más de lo que pueden a mis padres. Ellos cumplieron con todo, pero a veces yo tenía gastos.

P: ¿Esperabas las cuatro medallas en Uruguay?

R: Tenia la esperanza. Era mi objetivo. No importaba si era plata o bronce. Lo valioso era hacer quedar bien a Bolivia. Estoy feliz por los resultados. Gané en 100 y 200 mariposa; 400 libre y en aguas abiertas.

“Nadar es lo que me hace feliz”

La pasión del cochabambino

“Lo hago por amor”, señala Jaime Arévalo, con respecto a su decisión de lanzarse al agua e ir por todo. “Nadar es lo que me hace feliz”.

Jaime, el estudiante de ingeniería civil, cuenta que los últimos meses no han sido sencillos para él. Pese a haber logrado la clasificación a los Juegos de Playa de Iquique, su nombre no fue tomado en cuenta en la lista oficial y ello le causó desazón.

Por ello, considera que debe entrenar el “triple” para demostrar que tiene el potencial y la fuerza necesarios para ser un verdadero “triunfador”.

Comenzó a nadar en piscinas cuanto tenía cuatro años. Fue cuando su padre, don Máximo, sugirió que entrenara para que perdiera peso. Al principio no le gustó. “¡Era terrible!”, rememora.

Se siente “dolido” y “desprotegido”

Porque no lo toman en cuenta

Jaime cosechó los méritos necesarios. Lo hizo “en buena ley”. Prueba de ello son las cuatro medallas de oro que logró en el Sudamericano de Uruguay, en Maldonado.

Sin embargo, experimenta incertidumbre porque desconoce si, en un futuro, sus registros serán “valorados” por el ente federativo de la natación.

En las últimas semanas, fue su padre, don Máximo Arévalo, quien no dudó en brindar su testimonio al respecto y “denunciar” el accionar de la Federación Boliviana de Natación, bajo el mando de Silvia Crespo.

El exbañista, que brilló en la década del 77, mencionó que su hijo es “víctima” de una elección desacertada, pues no fue tomado en cuenta para los Juegos de Playa Iquique 2016, en Chile.

En aguas abiertas, el número uno del país es el capitalino Rodrigo Caballero, quien figura en la nómina y, según la familia Arévalo, no admite posibilidad de discusión porque es el “mejor”.

No obstante, hubo una serie de situaciones que generó la disconformidad de don Máximo, quien aseguró reunir documentos que certifican la clasificación de su hijo a los Juegos de Iquique.

“Estoy dolido, me siento hasta desprotegido. Pienso que, en un futuro, no podré ser parte de la selección nuevamente”, dijo el nadador, de 22 años.

Jaime compitió en dos mundiales de aguas abiertas y fue felicitado durante su participación en el reciente torneo de Uruguay, donde también estuvieron Cielo Estrada, Valeria Versalovic e Iván López, entre otros.

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