De hecho, ésa fue la principal motivación de su creador, el médico potosino Mario Padilla, al idear un deporte que en su práctica combine dos disciplinas oficialmente reconocidas, la k’ajcha (o k’ajchi, en aymara) y el raquetbol, con otra surgida de la nada, pero ya entonces con decenas de seguidores, la mayoría de ellos niños y jóvenes: la k’ajcha donbosqueña, que es el juego de pelota de mano que nació en el colegio Don Bosco de La Paz a inicios de la década del 90 y que desde entonces es practicado en sus pasillos, a manera de improvisadas canchas, por niños desde seis años hasta adolescentes de 18.
“La k’ajcha es un deporte familiar. Comenzó con mi padre, Daniel Padilla, que fue un notable k’ajchista o pelotari potosino y prosiguió conmigo, mis hermanos y mis hijos. Sin embargo, un día me di cuenta que habíamos dejado de jugar k’ajcha, como sucedía con gran parte de los jóvenes”, relata Padilla.
Lo que había sucedido, según explica el creador del walik’ajchi, es que progresivamente la k’ajcha fue gradualmente reemplazada en preferencias por la paleta a frontón (que en sus inicios se jugó precisamente con una paleta de madera), luego por la raqueta a frontón y, finalmente, por el raquet.
El resultado fue que en pocos años pasaron a ser escasos los seguidores de la k’ajcha y ninguno los de paleta a frontón, porque simplemente las raquetas reemplazaron a las paletas. “Hoy, los jóvenes prefieren jugar frontón o raquet, cuyos seguidores se han multiplicado”.
A todo ello se sumó el tipo de pelota empleado en este deporte, en cuyo núcleo lleva un perdigón, cubierto de lana e hilo y forrado con cuero, obligando a los deportistas a mitigar el dolor del golpe con el uso de guantes. A pesar de ello, con el transcurrir del tiempo la práctica de todos modos dejaba notables huellas expresadas en manos encallecidas. “De ahí que algunos jugadores solían decir, con un tono machista, que la k’ajcha era un juego de hombres”, menciona el galeno.
Pero cómo y cuándo surgió la idea del walik’ajchi. “Fue un día de invierno de 1991”, recuerda Padilla. Mientras él esperaba a sus hijos en el patio del colegio Don Bosco, vio que varios jóvenes practicaban un extraño juego que consistía en pegarle a una pelotita de tenis hacia improvisados frontones, que en realidad eran la pared de enfrente y los propios techos de los pasillos. Nunca nadie imaginó que ese juego se convertiría en una práctica cotidiana de los recreos de este centro educativo hasta el día de hoy.
“Entonces me pregunté si podría recuperar la k’ajcha con esta pelotita, la pregunta era dónde hacerlo. Primero intentamos en algunas paredes y luego en frontones; en ambos casos los intentos fueron fallidos, en el primer caso por ser demasiado improvisado y en el segundo porque el bote de la pelota no era el adecuado. Por esos días, se abrió en las cercanías de nuestra casa el raquet Del Ríos y fue allí donde el deporte nació, elaboramos su propio reglamento y al año siguiente lo inscribimos en Derechos de Autor”.
Los primeros años los únicos que practicaban el walik’ajchi fueron don Mario y sus dos hijos, luego se sumaron otros jugadores hasta formar un equipo estable de 10 personas, que practican el deporte desde entonces dos veces a la semana.
Las reglas son similares al raquet, y difieren esencialmente en el saque: el jugador que hará el servicio puede impulsar la pelota sin bote o con él, y ésta debe golpear la pared frontal. El rebote debe llegar al piso por detrás de la línea corta, sin tocar las paredes laterales, el techo ni la pared posterior.
Respecto al nombre, “muchos creen que se llama wali por “walli” o la versión de voley que se juega en las canchas de raquet, pero en realidad pensé el nombre por su significado en aymara: bueno. Recuerden que en 1991, pocos o ninguno conocían el deporte que se practica hoy como walli. Al final fue una feliz coincidencia”, expresa Padilla.
Puede decirse, según refiere su creador, que el walik’ajchi en 20 años ha pasado no sólo de ser un juego familiar a un deporte competitivo, sino con posibilidades de convertirse en un deporte mundial. “Sé que por ahora es un sueño, pero es de esos que se hacen realidad”.
Los datos
Tipos de juego
Se puede disputar entre dos o cuatro jugadores, es decir, simples o soleada y dobles o cuartos, respectivamente.
Descripción
Se trata de un juego de tipo competitivo en el que los jugadores impulsan la pelota valiéndose únicamente de las manos, tanto para servir como para retornar la misma.
Cancha
Se utiliza la misma cancha de raquetbol, cuyas dimensiones son: 6 metros de ancho, 6 metros de alto y 12 metros de largo. La pared posterior medirá por lo menos 3,65 metros de altura.
Pelota
Se utiliza la misma pelota del tenis, que tiene las siguientes especificaciones: debe pesar entre 56,7-58,5 gramos y medir 6,35-6,67 centímetros.
El golpe
Durante el juego, la pelota debe ser golpeada por la palma de la mano o el puño, no arrastrada ni sujetada.
Primer equipo
Los integrantes del equipo que promociona el Walik’ajchi son: Mario Padilla (creador), Ramiro Padilla, Abdel Padilla, Lidmar Padilla, Julio Guarachi, John Morales y Alexis Veneros.
Una historia que comenzó en Europa
El k’ajchi se hizo una tradición de Todos Santos en Jesús de Machaca
La pelota de mano, en sus diversas versiones, es uno de los deportes más antiguos, con mayor presencia, en sus inicios, en los pueblos de Europa. Lo practicaron de distintas maneras los antiguos romanos, griegos y aztecas, en todos los casos con un sello popular, aunque más tarde tuvo entre sus seguidores a ilustres y famosos.
En todas las culturas hizo historia aunque no con la importancia que tuvo y tiene en el país Vasco, en España, donde ha sido y sigue siendo el rey de los deportes nacionales, de ahí que a Bolivia y a otros países llegara con el nombre genérico de pelota vasca.
Fue de hecho en el país Vasco donde se desarrollaron las distintas modalidades, entre las que se cuenta el juego directo, rebote y juego largo o “boteluzea”. Este último se llevaba a cabo en espacios abiertos y era generalmente practicado por los pastores que lo jugaban en parejas.
Es ésta, probablemente, la modalidad que dio origen a un deporte que se practica o practicaba en la fiesta de Todos Santos en las comunidades vecinas de Jesús de Machaca de la provincia Ingavi de La Paz con el nombre de k’ajchi, según refiere el investigador Félix Laime Pairumani, en un artículo publicado hace más de un cuarto siglo en la desaparecida Presencia Literaria.
El juego, según relata Laime, se llevaba a cabo entre dos equipos contrarios de 3 a 10 componentes por equipo, y se lo desarrollaba en un terreno con una línea divisoria central, siendo sus límites marginales puramente convencionales (un árbol, una roca, etc.). Se empleaba una pelota del tamaño aproximado de la que tiene hoy la de tenis, con un peso cercano a las 12 onzas, toda ella envuelta a manera de un ovillo con ligas cortadas, recubierta por lana, hilo o paño y forrada finalmente con cuero.
El juego se desarrollaba luego de situarse los equipos rivales a una distancia aproximada de 80 a 100 metros. Entonces, uno de ellos, por sorteo, impulsaba la pelota con la raqueta al terreno contrario (saque), obligando al equipo rival a evitar el avance de ésta, deteniéndola con sus raquetas e impulsándola hacia el lado rival. Cuando la pelota quedaba quieta (muerta), se realizaba un nuevo saque y el juego continuaba hasta que alguno de los equipos cruce con la pelota la línea de inicio del otro.
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