Existe un actor principal que aparece en tres sucesos distintos, tres eventos singulares que lo promueven, en efecto, a alcanzar lo que tanto ambiciona: ser el deportista del año en Cochabamba.
Su pretensión dista de ser descabellada.
Es como una suerte de “maestro de la magia” que no usa galera y sí, en contrapartida, cuenta con una raqueta de su lado, ese instrumento que asume como carta infalible para dar vida a su mejor número, sin la necesidad de echar mano a viejos trucos. En su caso, lo que vale es la habilidad en sí misma. Tan sencillo y lógico como eso.
Gerson Miranda, un muchacho cochabambino de 17 años, es el personaje de esta pequeña historia. A punto de cerrar la temporada, el raquetbolista conquistó tres títulos que justifican su condición de favorito en el deporte en general. Es el ganador de los Juegos Plurinacionales, es campeón panamericano y, para completar la “trilogía de victorias”, resulta que también es el mejor del mundo en dobles. No hay forma de rebatirle que el 2017 le esbozó un guiño.
Conocedor de sus precedentes más que ninguno, Gerson tiene un objetivo final: el Premio Kanata de oro, ese que el año pasado fue para la también raquetbolista Romina Rivero.
“Ahora, habría que ver a quién le toca ¿no? Creo que soy uno de los mejores deportistas posicionados y que está con buen ranking”.
El campeón regresó de Estados Unidos ayer (donde se adueñó de la corona mundial) en la mañana. Lo primero que hizo al cruzar la puerta 2 del aeropuerto internacional Jorge Wilstermann fue colgarse en su espalda la bandera Tricolor que su mamá llevó. Se quedó unos minutos allí, parado, con una sonrisa dirigida a la suerte de “público” que espontáneamente se formó a su alrededor.
Luego, los abrazos con los suyos y el sonido de la banda de fondo, tocada por sus amigos del colegio que, dicho sea de paso, salieron antes de la escuela para recibir al crack con bombos y platillos (casi de forma literal porque faltó el último instrumento mencionado).
En ese contexto, Gerson relató sus sensaciones. Admitió que fue “complicado” cumplir su promesa de conseguir el título mundial en Minneapolis porque le tocó jugar lesionado del brazo. Haber competido pocos días antes en los Plurinacionales de La Paz le dejó, como recuerdo de la buena cosecha, el miembro superior lastimado. No obstante, ello no limitó su voluntad de intentarlo. Y lo logró junto a Diego la Maquinita García, con quien se consagró mundialmente en dobles.
“Fueron dos torneos muy seguidos. Me destrozaron el brazo. A pesar de todas las cosas y los viajes largos, pudimos obtener los resultados que queríamos. No se pudo traer dos oros (también sacó plata en singles), pero sí uno. Es mi sexto mundial”.
Entre él y Diego García se da una relación que además de incluir rivalidad y compañerismo en cancha, también supone amistad.
Es por eso que la pugna se torna un tanto más compleja. De todos modos, mostró seguridad con respecto a quién cree que le toca llevarse la estatuilla.
“Diego es mi pareja de dobles. Estamos siempre en lo mismo. Viendo los títulos, pero este año habría que ver a quién le toca ¿no?”, cuestionó.
Al calor de la banda de sus amigos, Gerson se animó a revelar otra de sus pasiones: la música.
No solo canta, sino que toca la trompeta, la guitarra y la batería. Muchachos multifacéticos, si los hay, el cochabambino relató que aprendió a sacarle melodías a la guitarra desde los 14 años. A los 10, ya sabía agarrar correctamente una trompeta.
“Toco varios instrumentos. Es mi hobbie, hago muay thai, down hill (ciclismo). No me gusta quedarme solo en una cosa ¿Qué mejor forma para desestresarse, no? Canto temas románticos, clásicos y movidos”.
SU PAPÁ, EL HOMBRE QUE LO ENTRENA La relación entre Duberty Miranda y el adolescente va más allá de la convencional “padre-hijo”. El primero instruye al segundo en la cancha. Está ahí, siempre pendiente de lo que el deportista debe corregir.
Si fuera posible dibujar las emociones, Duberty podría, incluso, “colorear” su orgullo.
“Es una persona muy responsable. Un hijo muy ejemplar y cariñoso con sus hermanos; y querido por sus compañeros de curso. No hay más nada que pedirle”.
Lo guía desde que Gerson tenía 8 años. “Ya está formado. Va a jugar el Tour Profesional en Estados Unidos”.
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