05 septiembre 2010

Campeones sobre ruedas, el básquet pone a correr a 88 discapacitados


La Asociación del Deporte Integrado, con su disciplina de baloncesto en silla de ruedas, tiene 37 años de vida, comenzó con 25 jugadores y ahora aglutina a 88. Cada fin de semana varios equipos se reúnen en el coliseo de Villa Victoria.

Éste no es un partido de baloncesto como cualquier otro. Hernán Fuentes, uno de los jugadores del Club Juventud Atlética de la Discapacidad (CJAD), en lugar de poner en acción sus piernas para correr, moviliza su mano derecha para hacer girar su silla de ruedas, mientras que con la izquierda manipula el balón hasta encestarlo.

En esta jornada, 88 personas con discapacidad se juegan el entusiasmo para vencer sus propias limitaciones físicas. Y al igual que los deportistas “normales”, ellos también sudan la camiseta y tienen en su haber medallas y trofeos.

La responsable municipal de la Unidad del Adulto Mayor y de Personas con Discapacidad, Érika Talavera, dice que en La Paz existen unos 20 grupos de adolescentes, jóvenes y mayores con discapacidad que practican alguna disciplina deportiva con fines recreativos.

Pero los hay también aquellos que se ejercitan para torneos locales o nacionales. Según Froilán Condori, encargado de Desarrollo Deportivo del Servicio Departamental de Deportes (SDD) de La Paz, cerca de 150 deportistas cuentan con un entrenamiento que les permite competir en varios certámenes. Unos practican natación, otros voleibol, atletismo, fútbol o motocross, entre otros.

En cuanto a los centros deportivos, en La Paz no existen espacios especializados para esta población. Sin embargo, el municipio paceño y la Gobernación prestan algunos de sus recintos con fines recreativos, pero también organizan encuentros a escala nacional.

La historia que nació en 1973

El choque de ruedas y el crujir de los fierros matizan el partido que tiene lugar en el coliseo de Villa Victoria, al este de la ciudad, la tarde del 22 de agosto.

Hernán sufre las secuelas de la poliomielitis, así como muchos de los 87 basquetbolistas de la Asociación de Deporte Integrado sobre Silla de Ruedas La Paz (Asodein). Esta enfermedad infecciosa, actualmente erradicada, causa parálisis en las extremidades del cuerpo.

La asociación se conformó en abril de 1973, cuando Hernán tenía 37 años. Entonces había tenido una experiencia por demás motivadora: en Jujuy y Salta (Argentina) había presenciado partidos de baloncesto en silla de ruedas. Le gustó y se sintió animado a organizar un club de esas características; lo hizo en el coliseo Julio Borelli Viteritto, de La Paz.

En aquel año, los deportistas sumaban 25 y practicaban el básquet en sillas de ruedas comunes. Fue en 1974 cuando una representación de la Asociación (ex club) viajó a México y trajo sillas clínicas.

“No teníamos práctica, pero fuimos a observar el juego, y el equipo nacional de México nos dio cuatro sillas clínicas. Con ellas pudimos practicar en la cancha”, cuenta Hernán, el número 12 del CJAD.

En ese tiempo, los jugadores entrenaban con los profesores del Instituto Nacional Superior de Educación Física (INSEF).

En 1978, la asociación importó de Argentina 50 sillas profesionales para jugar baloncesto, las que fueron distribuidas entre organizaciones de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Oruro.

Ese año, Hernán se ausentó a Estados Unidos y allá permaneció por tres décadas. Retornó hace seis años. “A mi regreso me asombré por la cantidad de jugadores que había y vi que habían mejorado”.

Durante su estadía en el exterior, intentó formar parte de un equipo deportivo, pero confiesa que el nivel era diferente, con relación al boliviano, además, los jugadores eran de complexión física grande.

Más allá de los límites

“Éste es mi mundo”, dice Virginia Larico, refiriéndose a la actividad que promueve la asociación, el baloncesto. La joven de 27 años se integró al equipo Amistad en 2006. Ella tiene una afección en las rodillas, lo que la obligó a usar hasta hace cinco años una silla de ruedas; ahora se moviliza con ayuda de un bastón y para jugar baloncesto, se postra en la silla, pero también practica natación.

Otro multifacético deportista es Daniel Pozo, también víctima de la poliomielitis. Además de básquet, él suele practicar wally, levantar pesas y realizar lanzamientos de jabalina y disco. A los nueve años comenzó a manipular el balón y actualmente es jugador del equipo Porvenir.

Según cuenta, los jugadores que se sumaron a la asociación en principio se sentían incómodos. “Es como un zapato nuevo que te aprieta; pero pasan los días y uno se va acostumbrando al juego, al ver a los demás compañeros con discapacidad”.

Graduado como técnico ortopedista, Daniel, de 30 años, es el pívot, el jugador de mayor agilidad en el equipo y es quien normalmente encesta; juega con la camiseta número ocho. En 2008, él viajó a Argentina y hace dos semanas, a Perú. Sus fanáticos son su esposa Katia y sus dos hijos.

Quien se queja de no tener barra es Alfredo Mayda, otro jugador con el 8. Mientras descarga el equipo ortopédico que lo sujeta desde la cintura hasta los pies, en medio de risas, dice que su familia no viene a motivar su juego. “Nadie me ha visto jugar, es su forma de ser de ellos (familiares), pero imagino que me apoyan”.

Este deportista de 33 años, integrante del CJAD, confiesa que antes de jugar básquet pensaba “ser algo en la vida”, no obstante de que es ingeniero electrónico. Desde hace tres años frecuenta las canchas que alquila la asociación para los campeonatos, la de Villa Victoria.

Alfredo dice que juega como armador, a veces como alero y otras como pívot. Cualquier posición demanda ejercicio y sacrificio, comenta. “Uno sale cansado, discute, pero al final, todo tranquilo”.

Quien dirige los partidos desde hace 20 años es Sonia Antequera, de 56 años de edad. “Gracias a ellos fui a Brasil y a Argentina. A muchos los conocí jóvenes, ahora están casados y con hijos. Antes había sólo cuatro equipos, 25 jugadores en total; ahora son ocho equipos y 88 basquetbolistas”.

Según la entrenadora, los jugadores tienen la misma energía que otros deportistas y siempre apuntan a ser campeones; no es por nada —comenta—que fueron a representar a Bolivia en el exterior. Además, apunta que el deporte es una forma de desahogo para los jugadores frente a los problemas económicos y familiares que tienen.

Quien siempre está en todos los entrenamientos y torneos nacionales e internacionales es Albina Leclere, mamá de José, otro basquetbolista. Ella se sumó desde hace 31 años al deporte sobre sillas de ruedas, pero no como jugadora, sino como parte de la barra.

La mujer de 85 años recuerda que hace 31 años su hijo se resistía a ser parte del equipo. “Me van a mirar como animal raro, decía mi hijo —recuerda—. Un día me puse fuerte y decidí acompañarlo; desde aquel día nunca lo dejé solo”.

Por su carisma y don de liderazgo, José se convirtió en el presidente del equipo de baloncesto Porvenir, después del CJDA, donde juega actualmente con la camiseta número 4.

De tanto estar cerca de ellos, doña Albina dice que conoce “las penas y alegrías de los chicos”. Entre sus buenos recuerdos están las convivencias que tenían después de cada juego. “Organizábamos la coronación de la Reina de la Discapacidad cada 21 de septiembre. Además, están las medallas y trofeos”.

Sillas profesionales

La mayoría de los jugadores coincide en que para jugar bien se necesitan sillas profesionales. Esto es determinante para un buen desempeño.

Daniel explica que las sillas hechas en el país son pesadas y no permiten correr en cancha. “Cada quien cuenta con sillas que están malogradas y obsoletas; nos gustaría tener las profesionales, que son de titanio y son livianas. Es por esto que los atletas internacionales, cuando se caen, pueden levantarse con mayor facilidad”.

De acuerdo con Hernán, una silla de ruedas hecha en Bolivia cuesta alrededor de 1.500 bolivianos, en tanto que una importada, 5.000 dólares (35.000 bolivianos) . En vista del alto costo de estas últimas y la imposibilidad de adquirirlas, este jugador considera necesario reparar las sillas que actualmente utilizan, pues están ya en muy mal estado por el uso frecuente.

Para este jugador, practicar básquet ayuda a olvidar la condición física. “Hacemos deporte y eso es tener buena salud, pero saliendo de la cancha nuevamente volvemos a la realidad: peripecias en las calles, problemas al abordar el vehículo... A pesar de todo, tratamos de salir adelante; pero es muy difícil”.

Por su parte, Daniel lamenta la falta de apoyo de las autoridades. “Nuestros representantes no nos dan el apoyo necesario, aunque nosotros cosechamos premios y muchos logros para Bolivia”.

El deportista advierte que si en algunos casos no logran triunfos, no es, precisamente, por incapacidad, sino por falta de apoyo. “Por ejemplo, de haber clasificado en Perú, en agosto, hubiésemos viajado a Venezuela en noviembre”.

Pero a pesar de la falta de atención de las autoridades y los problemas cotidianos que afrontan por su discapacidad, los 88 jugadores de baloncesto tienen la suficiente motivación para seguir actuando cada fin de semana.

Hasta hace un año, ellos peregrinaban por la ciudad buscando campos deportivos; este año, la Gobernación les dio luz verde para utilizar el coliseo de Villa Victoria para sus prácticas. Fue en este espacio donde el pasado 22 arrancó el Campeonato Municipal de Baloncesto en silla de ruedas, con la participación de ocho equipos, cinco de varones y cuatro de damas.

Los clubes CJAD y Porvenir inauguraron el torneo, hubo caídas, choque de sillas y gritos desde la barra. Ellos sudaron la camiseta como cualquier deportista.

Asodein es la mejor organizada en La Paz

Estuvieron en 5 competencias internacionales

En los 37 años de vida de la Asociación de Deporte Integrado de Baloncesto sobre Silla de Ruedas (Asodein), los jugadores de esta organización representaron a Bolivia en cinco torneos internacionales y participaron en unos 20 nacionales.

En la primera semana de agosto, Daniel Pozo, Guido Calani y Mario Melgar, de la asociación paceña, se sumaron a la selección boliviana para jugar en el Torneo Nacional Copa Andina de Baloncesto sobre Silla de Ruedas, que se realizó del 1 al 7 de agosto en Perú.

En esa oportunidad, la representación de los bolivianos, dice Sonia Antequera, estaba conformada por 12 jugadores varones y ocho mujeres.

Actualmente, la entidad local aglutina a siete clubes: Porvenir, Gente Nueva, Club Juventud Atlética de la Discapacidad (CJAD), Unión, Amistad, Leones y Libero.

El responsable de Desarrollo Deportivo del Servicio Departamental de Deportes (SDD) La Paz, Froilán Condori, afirma que Asodein es la única que está organizada entre las agrupaciones de discapacitados que practican alguna disciplina deportiva; las demás, que calcula en 20, entre jóvenes y adultos, aún no cuentan con una directiva o una representación más formal.

En cada torneo nacional en el que participan estos jugadores, la Gobernación y la Alcaldía paceña suelen colaborar con la dotación de poleras, trofeos y espacios deportivos, además de los pasajes para los deportistas.

Los espacios deportivos disponibles para ellos son: el coliseo Julio Borelli Viteritto, el de Villa Victoria, la Piscina Olímpica de Alto Obrajes, espacios deportivos de Alto Irpavi, los estadios Lastra y Hernando Siles.

La Gobernación organiza cada año las jornadas de deporte para discapacitados. “En 2009 hubo cerca de 300 deportistas participantes —dice Froilán Condori—, este año se espera a más personas”.

Texto y fotos : Aleja Cuevas Pacohuanca

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