De las mencionadas, solo Molina está en calidad de suplente. Ello, por decisión del delegado, según comentó ayer Rubén, hermano de la ajedrecista del valle.
No obstante, dicha determinación no representa molestia alguna en los Molina, que ven al torneo como una posibilidad grande para ganar experiencia y se muestran agradecidos con la colaboración de Entel, que ha hecho posible la participación de Jessi en Bakú.
Cordero también es una ajedrecista cochabambina. Tiene 24 años, es Maestra Internacional (MI) y amante de la psicología, carrera que estudió y en la que obtuvo buenas notas gracias a su pasión por el mundo teórico.
Estrada (Maestra Internacional FIDE) nació en Tarija. A diferencia de Molina, su presencia en la Olimpiada fue posible gracias al esfuerzo económico familiar.
“Mi mamá tuvo que volver a sacar un préstamo para que pueda asistir”, contó la chapaca al diario Nuevo Sur.
Tiene 23 años y aspira a ser una ficha clave en la delegación femenina, que será parte del encuentro hasta el 14 de este mes en Azerbaiyán.
Ramírez, de La Paz, y Monroy, de Santa Cruz, también ponen de su parte. Las cinco son las mejores de Bolivia y quieren hacer historia.
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