La boliviana Yessica Tórrez se paró al lado de “tremendas” mujeres. Así se animó a calificarlas. “Estoy emocionada por haberlas visto. Espero llegar en algún momento y ser competencia para ellas”.
Usó la misma barra que utilizaron atletas de la talla de las brasileñas Luana Madeira y Emily Figueiredo, segunda y tercera, de forma respectiva, en total olímpico hasta 48 kilogramos de los Suramericanos 2018.
La única (y gran) diferencia fue el peso que levantó la paceña con relación a las internacionales: cumplió su participación en el séptimo lugar, con 136 kilogramos acumulados, solo por delante de la también local Aida Huanca. Pese a ser colista, se desarrolló el sudamericano paralelo y la local cosechó tres bronceadas, discos que no aportaron al medallero de los Juegos, pero que sí alimentaron sus expectativas.
Y la desventaja queda en evidencia ante los 168 que marcó la ecuatoriana Angélica Campoverde, la campeona, la que revolucionó el público del coliseo Gróver Suárez, escenario en el que se montó la tarima.
Amplia brecha entre el rendimiento de una deportista que comenzó a practicar halterofilia desde que tenía 11 años (pisa los 21) y que fue parte de un campamento de dos meses para esta justa; y otra que recalcó el escaso tiempo de concentración.
“El apoyo fue mínimo en los últimos meses. Si no nos dejaran así a la deriva, varios lo lograríamos”.
En el primer intento, en arranque, Yessica no logró levantar los 55 kilos y su movimiento fue declarado no concluido. En su segunda tentativa, la paceña sí pudo mantener en alto los 58 kilos. En otra de sus entradas, la chilena Katherine Landeros pidió más peso. En su turno, la boliviana cumplió y elevó la barra, con 65 kilos, en el segundo intento.
LOS HUANCA SE EMOCIONAN Los hermanos Rainer y Aida Huanca, que llegaron a la Llajta desde La Paz, acabaron sus presentaciones con resultados que distaron de los podios. Sin embargo, ambos expresaron su satisfacción por el hecho de haber alcanzado inscribir sus nombres en los Suramericanos, algo que no es deleznable. Consiguieron clasificar sin mayor apoyo del familiar.
Y Rainer lo dejó en claro con el llanto que no detuvo pocos minutos después de su presentación, en 56 kilos. Ocupó el último escalón. Fue séptimo, con un total de 165 kilogramos. “El apoyo es muy pobre”.
Aida, que acabó última en 48, fue en la misma dirección.
“Entrenamos con nuestros recursos. Otros países solo se dedican a esto día y noche”.
La boliviana sueña con ser apoyada. Tanto ella como su hermano cuentan con una beca deportiva en la universidad.
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