La judoca Kayna Patiño superó un año en el que conspiraron dos enfermedades a la vez: la varicela y la faringitis. Logró librarse del cuadro, manifestado a mediados de la temporada, y hace apenas unos días volvió de La Paz con el título de campeona nacional (categoría más de 70 kilogramos) junto a la delegación cochabambina, que se subió al primer sitial del torneo, con ocho medallas de oro en el conteo final.
Sin embargo, la mejor de Bolivia en su categoría dentro del tatami debe ir rotando el judogi (uniforme de competencia o “ropa del camino de la flexibilidad”, en japonés) con sus compañeros de equipo porque todos cuentan únicamente con seis.
Es decir, cuando uno termina de pelear, automáticamente se lo quita y se lo pasa al que se prepara para comenzar su combate.
“Es caro. El judogi sale unos 300 dólares. Para ir a un mundial, debes tener uno azul y otro blanco. Creo que los departamentos tienen judogis hasta para botar, pero nosotros estamos con seis para rotar entre todos”, acusa Kayna, de 19 años, y agrega que los tatamis del Polifuncional de Sarco, escenario en el que entrenan, presentan falencias. No le gusta, es más, “detesta” el balompié porque considera que se trata de un deporte en el que se “centran” las autoridades, pese a que no rinde competitivamente.
“Da rabia que todo sea para el fútbol, al final, no da ni buenos resultados”.
Se subió a lo más alto del podio en suelo paceño tras derrotar en la final a una representante de Santa Cruz. El logro no se limitó a ser individual, pues la delegación del valle se coronó con el primer puesto tras lucirse con ocho metales dorados, tres de plata y cinco de bronce. Liliana Mendoza (44 kilogramos), Valeria Villegas (48 kg.), Ninnethe Azurduy (más de 78 kg.), Andrés Monduela (55 kg.), Jhony Flores (66 kg.), Adhemar Gonzales (80 kg.) y Marcelo Ledezma (100 kg.) fueron quienes obtuvieron los primeros peldaños, además de Kayna, y pasaron la prueba en el selectivo rumbo a los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018.
La judoca no tiene a nadie “arriba”. Es decir, no dedica devoción alguna hacia algún exponente. Prefiere marcar sus propias referencias. Siente admiración, claro está, pero “hasta ahí”. Tras ser consultada sobre su opinión sobre la argentina Paula Pareto, campeona olímpica en Río 2016, aclara: “No veo a ninguna persona del extranjero como ídola porque es como que me quisiera igualar. Prefiero conseguir lo mío con mis referencias. Existe admiración, pero no idolatro a nadie”.
NO HACER PODIO LASTIMARÍA SU ORGULLO Entendió que, según la convocatoria del Nacional de La Paz, clasificó a los Suramericanos. Sin embargo, ahora supo que la dirigencia lo toma como “puntuable”, por lo que habrá más citas selectivas.
Así, se proyecta en el evento de mayo próximo y cree que la desmotivaría no brillar con una medalla en la Llajta.
“No sería agradable llegar y no conseguir una medalla, más siendo acá. Es mucha presión y dolería en el orgullo no ganar”.
Entregar lo mejor de sí misma es su premisa anticipada. “Tengo que dar lo mejor de mí y, si se puede, voy a lograr el primer lugar. Todo depende, no puedo asegurar nada, cualquier cosa puede pasar. Empezaré con todas las ganas desde ahora. Es una meta muy alta, espero lograrla”, analiza la judoca, que en mayo pasado debía competir en una prueba que califica como “importante” y en la que debió ausentarse por las dos dolencias (varicela y faringitis).
“Estaba en cama. No podía pararme. Tomaba cinco tabletas grandes. Mi garganta apenas tragaba agua”.
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Oros acumuló la delegación cochabambina, que se alzó con el título en el Nacional selectivo de La Paz.
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