S tefan Grau, experto en ciencias deportivas, considera que las décadas de los años 80 y los 90 fueron una buena época para el desarrollo de las zapatillas para correr. Con esta opinión, el profesor de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, se distancia de otros muchos expertos.
Cuando empezó hace 30 años el boom del footing, los fabricantes de zapatos apostaron por la amortiguación: dotaron las zapatillas de suelas extremadamente suaves para reducir la fuerza de impacto cuando el pie toca el suelo.
Sin embargo, como la amortiguación no hizo bajar los índices de lesión, los fabricantes comenzaron a centrar su atención en el apoyo y la estabilidad: con soportes de pronación se buscaba impedir la rotación hacia el interior del pie. No obstante, las molestias que experimentaban los deportistas no disminuían. Grau no comparte la opinión de quienes creen que el enorme esfuerzo desarrollado por la ciencia y los fabricantes de calzado no ha servido para nada.
A principios del boom del footing, la mayoría de los aficionados al jogging eran personas bien entrenadas, subraya el experto en biomecánica. "Actualmente hay mucha gente mal entrenada y aun así no hay más lesiones. Por tanto, los zapatos deben de estar cumpliendo su objetivo”, sostiene Grau. Sin embargo, esto sólo es así si las zapatillas son las adecuadas para cada corredor individual.
Lo fundamental es el estado de la articulación del tobillo, explica Grau. Si falta estabilidad en la articulación, la tecnología del zapato puede ayudar a corregir este déficit con crashpads amortiguadores y buenos contrafuertes en el talón, entre otros elementos funcionales en la zona del retropié.
Básicamente, los diferentes tipos de pies, por ejemplo pies anchos o pies estrechos, se presentan con la misma frecuencia en hombres y mujeres pero también dependen del tamaño de los pies: los pies pequeños tienden a ser anchos y los pies grandes tienden a ser estrechos. Como una talla de zapato 42 es grande para las mujeres, estos zapatos deberían tener un corte más bien estrecho. Para los hombres, una talla 42 es más bien pequeña, por lo que el rodapié debería ser más ancho que en un zapato de mujer de la talla 42.
En lo que se refiere a la amortiguación, las suelas muy blandas del pasado hacían inestables los zapatos, explica Grau. "La consecuencia fue un explosivo aumento de las lesiones de los tendones. Los sistemas actuales de amortiguación, que son más planos, son más adecuados para personas poco entrenadas, cuya musculatura es más débil”, señala el experto.
Hoy, la medicina ya no ve nada negativo en las fuerzas de impacto. Al contrario, el cuerpo incluso las necesita, subraya el médico Matthias Marquardt, argumentando que "las fuerzas de impacto conservan la salud de las articulaciones e impiden la atrofia ósea”.
Si la persona está bien entrenada y no tiene problemas, lo único importante es el ajuste del pie, dice Grau. Como regla general se recomienda comprar unas zapatillas de footing con una talla medio número más grande que la del zapato de uso diario, porque durante el jogging el pie se desplaza dentro del zapato hacia adelante y hacia atrás, por lo que necesita espacio en la parte delantera. El material del zapato debe cubrir el metatarso de forma ajustada. El talón no debe salirse del zapato durante las pisadas porque, de lo contrario, se corre el riesgo de tener problemas en el tendón de Aquiles.
El profesor Gert-Peter Brüggemann recomienda prestar sobre todo mucha atención a la rodilla, porque hasta el 48% de las lesiones que se padecen durante el footing se presentan alrededor de esa articulación. Por tanto, cabe preguntarse cómo actúa el pie sobre la rodilla. (DPA)
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