Como el calor es al sol, o el humo es al fuego, así de inseparable es Georgino Layme con su balón. Precursor del freestyle fútbol en Bolivia, este paceño de 24 años toma las calles de la ciudad, junto a sus compañeros del grupo Rice Ball, para demostrar sus habilidades de dominio de balón con cualquier parte de su cuerpo. Es, en definitiva, un espectáculo urbano.
Este deporte, que llegó al país en 2007, consiste en hacer figuras con los pies, las manos, los hombros, las rodillas y la cabeza, controlando que el balón no caiga al piso en el proceso, en una perfección de “técnicas”.
“Lo único que se necesita son ganas, práctica y perseverancia. No es algo sencillo, pero se puede ir perfeccionando con un poco de paciencia, porque las figuras no salen en el primer intento”, dice Layme, que ganó tres títulos nacionales consecutivos desde 2008.
Inspirados en grandes futbolistas, como Ronaldinho y Maradona, el grupo Rice Ball, compuesto por 18 jóvenes, desde hace cinco años se reúne sin falta tres veces a la semana para perfeccionar estilos, trucos y movimientos que tienen como límite la imaginación.
Se dice que el freestyle fútbol, o fútbol de estilo libre, ganó popularidad en 2002 con la difusión por internet de un video de Soufiane Touzani que mostraba sus habilidades con el balón. Un año después, la marca Nike lanzó el primer torneo on line, en el que los participantes debían subir sus propios videos a la red.
No obstante, en 2008, la competencia mundial Red Bull Street Style causó gran furor, ya que fue la primera vez en que freestylers de todo el mundo se enfrentaban cara a cara para mostrar trucos que parecían imposibles y movimientos tan creativos, que terminaron por convertirlo en un deporte profesional.
Desde el primer torneo, Bolivia participó en dos oportunidades, una en Brasil y otra en Sudáfrica. Nuestro crédito fue Georgino, quien se posicionó en los primeros 20 puestos, entre 70 competidores.
En todo el país hay una veintena de jóvenes que practican esta disciplina.
Un deporte con estilo
Es imposible no identificarlos. Por lo general, el punto de encuentro es en la plaza Camacho, cerca a uno de los murales, donde realizan sus piruetas al ritmo de la música hip hop, que proviene de unos potentes altavoces que no pueden faltar en cada sesión.
Es como si la música acompañara sus movimientos y marcara el ritmo de las figuras que practican sentados, parados, echados, de costado o parados de manos.
José Menacho, de 16 años, explica que hay tres estilos comunes en este deporte: el lowerbody, que consiste en mantener el balón en el aire utilizando las piernas. Luego está el upperbody, donde la mayoría de los trucos se hacen con la cabeza, el pecho y los hombros y, por último, ejercitan el sitting, donde los participantes demuestras su destreza sentados en el suelo y con las piernas en el aire.
“Todos estos estilos tienen su dificultad y también dan la oportunidad de crear nuevos movimientos o hacer combinaciones que sean impresionantes”, complementa.
Estos estilos, sin embargo, no delimitan las figuras. Mijael Monroy, de 22 años, asegura que en el mundo existen cientos de ellas. “Cada uno va creando lo que se le ocurre. Para eso se necesita imaginación, porque una vez que empiezas, ya no te conformas con lo que aprendes, vas buscando nuevos desafíos personales”, comenta mientras sostiene su balón original.
Esta pelota, conocida como Street Soccer Ball, a diferencia de la que utiliza en las canchas de fútbol, es de tela de jean y pesa 455 gramos.
Al ser livianas y a la vez ásperas, facilitan su dominio. Pero no se encuentran en el mercado local, así que estos aficionados se ven obligados a pedirlas de Europa.
Sin embargo, están convencidos que sin importar las características de sus balones o los tenis que utilicen, la clave de su superación está en la práctica. Cuando no se encuentran en las calles, suelen ejercitar solos en sus casas. Y si no están con sus balones, están buscando videos en internet que les den nuevas ideas para experimentar.
“A medida que vas mejorando y dominando el balón se convierte en una pasión que no puedes dejar fácilmente”, confiesa Wilmer Huanca, de 20 años, que se unió al grupo a sus 16.
Fuera de superar sus propios desafíos, estos jóvenes también pulen sus habilidades con la intención de participar en torneos mundiales, donde cinco jurados evalúan el estilo personal, la creatividad, el dominio del balón, los mejores trucos y la presentación.
Y si es que acaso no lograran este objetivo, el grupo Rice Ball igual persevera en esta práctica que definitivamente les trae satisfacciones personales, que sólo se pueden entender y percibir en cada presentación pública, donde siempre atraen las miradas de quienes los rodean.
Próximo destino: el mundial en Tokio
Este año, Georgino Layme tiene puesta la vista en el mundial de Freestyle Fútbol que se realizará en Tokio, Japón, en septiembre. Pero primero debe ganarse un puesto en el torneo nacional, donde se definirá quién será el representante de Bolivia.
Las competencias se realizan entre dos jugadores que intercambian el balón cada 30 segundos para mostrar sus habilidades. El reto dura tres minutos. Pero entrenar y competir no son sus únicas actividades. Apasionado por este deporte, Georgino también ofrece presentaciones en colegios, eventos institucionales y en las ferias dominicales de El Prado.
“Después de hacer las figuras la gente se queda impresionada, así que aprovecho de contarles que vine de una familia pobre y con esfuerzo logré superarme, fui a países que nunca pensé conocer y hago lo que más me gusta. Por lo general hablo a los niños de colegios fiscales para que se motiven”, comenta.
Me gustaria aprender freestaly
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