29 agosto 2016

En 2012, el ahora extinto Viceministerio de Deportes firmó un convenio con la Cervecería Boliviana Nacional (CBN) para dar vida a las becas llamadas “Tunkas”



El desempeño de los bolivianos en los últimos Juegos Olímpicos Río 2016 dejó en claro que cuando al deportista nacional se le brinda aunque sea un mínimo de apoyo, los resultados no tardan en llegar.

En 2012, el ahora extinto Viceministerio de Deportes firmó un convenio con la Cervecería Boliviana Nacional (CBN) para dar vida a las becas llamadas “Tunkas”. De acuerdo al rendimiento de los deportistas se eligió a 10 de los mejores, y estos recibirían durante un ciclo olímpico el apoyo económico necesario para su preparación.

Este apoyo se tradujo en pasajes nacionales e internacionales para que el deportista participe en torneos, además de material deportivo para su entrenamiento, el salario de su entrenador, los suplementos alimenticios, entre otros servicios que les ofrecieron.

De este grupo de 10 deportistas cuatro consiguieron el boleto a los Juegos Olímpicos Río 2016 con marcas mínimas: los marchistas Ángela Castro, Wendy Cornejo, Marco Rodríguez y Ronal Quispe.

La quinta marchista que compitió en Río, Stefany Coronado, también recibió apoyo económico el último año, gracias al acuerdo que se firmó entre Herbalife y el Ministerio de Deportes en 2015, donde 25 atletas de diferentes disciplinas recibieron asistencia económica con las becas “Suma Anatiri”.

Dentro de estas becas también se encuentra el ciclista Óscar Soliz, que también compitió en Río 2016.

Mientras que la nadadora Karen Tórrez no forma parte de los Tunkas ni de los Suma Anatiri, pero recibió la beca de Solidaridad Olímpica y pudo entrenar en un Centro de Alto Rendimiento en Barcelona, durante los últimos dos años.

Si bien este apoyo no se puede comparar con el que recibieron la mayoría de los medallistas olímpicos, fue un respaldo económico que demostró que si al atleta nacional se le da las condiciones mínimas para entrenar y prepararse, éste responderá.

Los resultados, aunque todavía no se tradujeron en medallas, saltan a la vista de cualquiera que conoce el nivel del deporte nacional o la realidad del país.

De las actuaciones de los bolivianos en Río, la más destacada fue de la marchista Ángela Castro, quien terminó en el puesto 18 entre las mejores 74 atletas de todo el mundo, con un tiempo de 1h32’54”.

Fue tercera a nivel sudamericano, superada sólo por la brasileña Erica de Sena (1h29’29”, puesto 7) y la peruana Kimberly García (1h32’09”, puesto 14); y finalizó cuarta a nivel latinoamericano si se toma en cuenta a la mexicana Guadalupe González, que fue medalla de plata con un tiempo de 1h28’37”.

Pero estos resultados no llegaron de la noche a la mañana, ya que Ángela Castro empezó a mostrar resultados recién el año pasado y tuvo un progreso espectacular en sus marcas este año, tomando en cuenta que bajar un mínimo en las pruebas de fondo es el resultado de años de entrenamiento. En marzo de este año Castro logró bajar la mínima (1h36’) con un tiempo de 1h35’06”. Ése ya era un logró importante. Pero en abril sorprendió al coronarse campeona sudamericana con un tiempo de 1h34’31”.

En mayo, en el Mundial de Marcha, en Roma, alcanzó la 1h30’33”, marca con la que logró romper el récord nacional que era propiedad de Geovana Irusta desde 2004 (1h32’06”). Si tomamos en cuenta el tiempo, no sólo lo batió, sino lo pulverizó, porque lo bajó en casi dos minutos.

Nada de esto hubiera sido posible si Castro no fuera parte de la beca “Tunkas” y no hubiera tenido la posibilidad de trabajar junto a la entrenadora Martha Marín, y de prepararse un mes en un Centro de Alto Rendimiento en México y estar en constante competencia internacional.

Ésta precisamente es una de las claves para que el deporte nacional mejore, a opinión de la nadadora Karen Tórrez, quien pasó los últimos años en Barcelona.

Tórrez mencionaba que en Bolivia un nadador tiene la oportunidad de competir entre tres a cuatro torneos de élite al año. Mientras que en España se tenía entre dos a tres competencias al mes. Sin contar con los certámenes nacionales y europeos en los que tuvo oportunidad de ganar medallas.

Cuando Tórrez entrenaba en Cochabamba, en principio lo hacía en una piscina de 25 metros, y las competencias olímpicas, mundiales, sudamericanos se realizan en una de 50 metros. En Bolivia siempre fue la mejor, los más de 40 récords nacionales de categoría y absolutos son prueba de ello, pero en los torneos sudamericanos nunca pudo lograr una presea.

Algo que cambió después de su paso por el CAR en Barcelona. Tórrez no sólo pudo conseguir una medalla de bronce en los 50 metros libre en el Sudamericano en Paraguay con un tiempo de 25”67, sino que se puso a 41 centésimas de la marca mínima A para Río 2016, que era de 25”26.

En Río 2016, la nadadora logró ganar su serie en las eliminatorias y aunque quedó en el puesto 46 en la general, marcó un hito en el deporte nacional, porque fue la primera mujer boliviana en ganar una serie eliminatoria en los Juegos Olímpicos. Antes, en Londres 2012, el velocista cochabambino Bruno Rojas fue el primer atleta masculino en ganar una serie eliminatoria, en los 100 metros planos.

Con estas dos muestras de cómo se mejoró el nivel de los deportistas durante el pasado ciclo olímpico se demostró que los atletas nacionales sólo necesitan un apoyo sostenible y planificado para empezar a mostrar resultados, y si esta asistencia continúa en este siguiente ciclo olímpico, no estará fuera de contexto empezar a soñar en ubicarnos entres los 10 mejores del mundo, y quien sabe, tal vez pelear por una medalla olímpica durante los próximo juegos en Tokio 2020.



Doce deportistas fueron los que representaron a Bolivia en los últimos Juegos Olímpicos, en las disciplinas de atletismo (marcha y maratón), natación, ciclismo, tiro deportivo y judo. De todos ellos la que mejor ubicación conquistó fue Ángela Castro, que terminó en el puesto 18, en los 20 km marcha.

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