Eran las seis de la mañana del día domingo. Como nunca había un gran movimiento de movilidades y personas en la Plaza España de la zona de Sopocachi.
Algunos hacían un breve calentamiento de cuerpo; otros hablaban con los organizadores y no faltaron los impacientes quienes querían que empiece la fiesta.
Muchas personas concentradas en un solo lugar para hacer deporte, normalmente esa cantidad de gente se ve en marchas, manifestaciones o conciertos.
Aproximadamente a las 6:30 de la mañana ya se veía tomar posición a los deportistas que iban a participar, algunos por primera vez y otros por costumbre, en la primera versión de la “Maratón por La Paz”, organizada por la Sociedad Boliviana de Cemento y el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz.
Simplemente valientes los que se animaron a participar. Dicha competencia tenía una ruta complicada, porque abarcaba subidas y bajadas de la ciudad que tenemos.
“El desafío es llegar a la meta”, se escuchaba decir a los competidores entusiastas que se alistaban para empezar un calvario de 45 kilómetros. A las siete de la mañana todo estaba preparado para iniciar la aventura. ¡Y arrancó la competencia!
Personas mayores, jóvenes, grupos grandes de amigos, parejas de enamorados, empezaron a trotar suavemente sin apresurarse, lo difícil vendría más adelante.
A la prensa designaron radio taxis los organizadores, para acompañar a los deportistas en su largo trayecto, el mismo hacía diferentes paradas, para poder sacar fotografías o entrevistar a algunos atletas.
En un abrir y cerrar de ojos me vi en el peaje de la Ceja de El Alto, no se podía creer que uno de los competidores se acercaba con trote lento pero aún con mucha energía. Después de él, empezaron a llegar otros competidores sin perder la fe.
En las diferentes paradas, se advertía competidores cansados pero no rendidos; otros que no aguantaban el dolor en sus piernas y abandonaron la competencia; personas ajenas a la carrera que apoyaban a los deportistas con palmas, ánimos y porras, la mayoría ofrecían bolsitas de agua para aquel que la necesitara.
De un momento a otro, ya en la meta. Habían pasado 2 horas y media, y asomaba un grupo de deportistas corriendo más rápido que nunca para alcanzar uno de los primeros lugares. Un momento por demás conmovedor cuando la banda empezó a tocar y la gente no dejaba de aplaudir. La misma persona que se vio primero en el peaje de la Ceja era el que había llegado a la gran final.
Se vivió una gran fiesta, todos contentos recibieron al ganador y a los otros competidores que le seguían. Los médicos querían ayudar, él dijo después, la locura de haber conseguido la victoria aliviaba cualquier dolor.
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