A un día de la inauguración de los Juegos Panamericanos, la llama recorrió las calles adoquinadas de Amatitán, un pueblo a las afueras de Guadalajara declarado patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO, donde la esperaban grupos de mariachis, niños en uniformes de escuela y el orgullo local, la Miss México Karin Ontiveros.
"Estoy muy contenta de estar de nuevo en casa, con la frente en alto de representar a México", dijo Ontiveros a sus coterráneos en un acto en la glorieta de la plaza principal, rodeada por los edificios coloniales de un pueblo que se fundó en 1530.
Los corredores que portaron la antorcha eran empleados de la destilería local Casa Herradura, creada en 1870 en la hacienda San José del Refugio, con 600 empleados en su planta local. Uno de ellos, Javier Cervantes, empleado del área de recursos humanos, es padre de un gimnasta del mismo nombre que representará a México en los Juegos.
Amatitán, de unos 14.000 habitantes, es vecino del pueblo de Tequila, que da nombre a la bebida más famosa de México. El tequila y el mezcal se extraen de la planta del agave azul _que sólo crece en cinco estados mexicanos_ y en esta región son una tradición que lleva varios siglos.
Un cronista que visitó Amatitán en 1793 escribió que había encontrado en el pueblo a "155 españoles, 212 indios, 49 mulatos y 83 de otras castas... ocupados en el beneficio de mezcales".
"Desde que me acuerdo, desde que nací", confirmó una vecina, Marta Zepeda Flores, al explicar la larga tradición tequilera de la zona.
Zepeda, de 55 años, esperaba con familiares el paso de la antorcha frente a la iglesia principal del pueblo. Contó que su padre de 86 años sigue trabajando en el campo en la producción de agave, una planta de hojas filosas en abanico cuyo corazón _o piña_ se fermenta para producir la bebida.
"El carnaval aquí es muy bonito, ahí hay puro tequila", dijo. "El sábado hay barra libre, vino a morir... A todo mundo se le regala".
Además del tequila, Guadalajara y el estado de Jalisco son conocidos como el origen de la música del mariachi y de la tradición de la charrería, con sus habilidades ecuestres y campestres.
Mientras el acto de encendido de la antorcha transcurría en el centro de la plaza de Amatitán, detrás del bullicio un niño del pueblo demostraba su habilidad para hacer lazos y figuras en el aire con una cuerda.
Martín Rodríguez, violinista del mariachi Sol Tequilense que animaba el acto, contó que aprendió de su padre y de sus tíos el oficio de mariachi, la profesión que lo llevó a recorrer varias regiones del país.
Rodríguez, de 40 años, contó que los Juegos son un beneficio adicional para su grupo.
"Perfectísimo", dijo. "El turismo llega a Tequila y las fábricas (de bebida) nos hablan para trabajar ahí, para ambientar".
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