“Es sólo un adorno”. Así califican los vecinos de la zona de El Rollo a la piscina olímpica, un legado de los Juegos Bolivarianos 2009. Su ubicación, a 2.600 metros sobre el nivel del mar, le otorga el crédito de ser uno de los mejores escenarios de Sudamérica, sin embargo, cada vez son menos los deportistas que lo utilizan.
Ni los niños ni los jóvenes de la zona surcan en sus aguas, prefieren cruzar gran parte de la ciudad para zambullirse en la ya colapsada piscina del parque Bolívar, refaccionada hace algunos meses. ¿La razón? El temor a contraer enfermedades, no sólo por la contaminación del agua, sino también por su temperatura inadecuada. Un simple y breve recorrido desvela sus deficiencias. Para ingresar al interior del gigantesco coliseo se debe hacer más de una maniobra para empujar alguna de las puertas disponibles –las manivelas están deterioradas–. El pataleo de cinco niños en el agua intenta opacar el abrumador silencio, mientras algunos entrenadores lamentan las deficiencias de su “oficina”, su ambiente de trabajo.
Uno de ellos, el japonés Tomonari Koyama, intenta convencer a los integrantes de la selección boliviana de natación de ingresar a la piscina. Ellos, temerosos y susceptibles, priorizan su preparación y se sumergen en el agua, que por momentos es agradable pero con el paso de los minutos se vuelve insoportable por las bajas temperaturas. El sistema de agua atemperada no funciona en su totalidad.
Además, “hace medio año que no tiene cloro para eliminar bacterias”, comenta el instructor nipón, antes de continuar sus entrenamientos con los seleccionados nacionales. Al otro extremo de la piscina, media docena de niños miran de reojo las prácticas de los mejores nadadores de Bolivia.
Las ganas de entrenar y el deseo de superación son notorios pero empiezan a desvancerse. “Con estas condiciones del agua no se puede tener resultados”, comenta un entrenador que prefiere quedar en el anonimato.
Encima de ellos sobrevuelan palomas. Estos animales –otro de los problemas de la piscina– se hicieron dueños de la cubierta. Sus excrementos afean los jardines aledaños del escenario como también los ambientes interiores y la propia piscina. El agua tiene restos de estas aves.
Al elevar la vista a la cubierta para seguir el vuelo de las palomas uno se topa con soportes de la cubierta oxidados, al igual que las paredes, cuyo color amarillo se torna verde oscuro. “Los disipadores de humedad no funcionan”, admite el jefe de la Unidad de Alto Rendimiento, Waldo Delgado.
El silencio también es abrumador afuera, lejos quedan los días en los que la piscina deslumbró a propios y extraños; por las evidencias, el clamor de refacción es cada vez más grande.
Palabra del Ministerio
Los trámites burocráticos son el principal problema por el que la Unidad de Alto Rendimiento (UAR) no puede comenzar un mantenimiento en la piscina. Unos Bs. 25.000, que aún no fueron desembolsados por el Ministerio de Deportes, se requieren para comenzar estos trabajos.
Según Waldo Delgado, jefe de la UAR, este monto fue prometido por el Ministerio de Deportes, luego de un diagnóstico efectuado a principios de año, que tuvo como conclusión que el mantenimiento total de la piscina necesita un millón de bolivianos.
Por el momento, el Ministerio de Deportes pretende realizar un mantenimiento parcial que, si se cumplen los trámites a tiempo, comenzará a mediados de agosto.
Así, la demora de estos procesos administrativos se constituye en otro problema para la refacción de la piscina. El bajo presupuesto del Ministerio de Deportes, en muchas ocasiones, se revierte para eventos deportivos.
En ese sentido, Delgado lamentó que en las anteriores gestiones, el presupuesto asignado al mantenimiento de la piscina fuera revertido. También recordó que el alquiler de este escenario, del Polideportivo y el Poligimnasio, genera alrededor de Bs 48.000 por mes, pero este dinero es administrado por el mismo Ministerio de Deportes y no por la UAR.
EL DATO
Ingresos económicos
ALQUILER
Alrededor de Bs. 48.000 obtiene el Ministerio de Deportes por el alquiler de tres escenarios en Sucre, entre ellos la piscina. El dinero no se reinvierte en el escenario.
LA OTRA MIRADA
1 CALDEROS A MEDIAS
El sistema de agua atemperada sólo estuvo al 100% en su estreno; después, sufrió malas refacciones y ahora, sólo dos de los cuatro calderos funcionan correctamente. El agua llega a 26 grados como máximo.
2 AGUA CONTAMINADA
La fosa para saltos ornamentales es inutilizable, mientras que la piscina tiene en su interior bacterias y desechos de palomas. Colocar cloro y eliminar la suciedad supondría un cierre de al menos diez días.
3 TECHO Y PAREDES HÚMEDAS
Los disipadores de humedad ya no funcionan. Los soportes y la misma cubierta están oxidados, mientras que la pintura de las paredes se cae a pedazos.
4 DOMINAN LAS PALOMAS
En la cubierta, tanto adentro como afuera, más de una decena de palomas encontraron un buen lugar para vivir y reproducirse. Deshacerse de ellas es otro problema para la administración.
5 ACCESOS Y EXTERIORES
La seguridad también preocupa. Las manivelas de varias puertas no funcionan y el enmallado presenta muchas grietas. El césped de los jardines están secos, no hay árboles.
6 AMBIENTES ABANDONADOS
Aún quedan letreros del Centro Nacional de Alto Rendimiento (CENARD), cuyos ambientes, que conservan algunos equipos, están abandonados. Ahora, un cartel del Ministerio de Deportes –entidad encargada del escenario– llama la atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario