- ¿Es verdad que tuviste una niñez muy difícil?
- Yo diría que muy sacrificada. De niño tuve que trabajar, como se dice en Riberalta, para hacer hervir la olla; pero más allá de eso, viví una época muy feliz. Siempre tuve una familia dedicada a trabajar fuerte y duro.
- ¿Qué hacías tú para ayudar?
- Trabajé vendiendo salteñas y también helados. Luego, cuando empecé a jugar, a mis 10 años, fui taxista con motocicleta. Pinté casas... siempre trabajé honradamente. Tenía un amigo que tocaba instrumentos y yo sabía tararear algunas canciones, así que nos íbamos a los bares a cantar. La gente nos regalaba monedas. En mi casa éramos diez hijos, ocho varones y dos mujeres, y todos trabajábamos. Nos levantábamos por la madrugada y cada uno tenía su responsabilidad. Mi papá fritaba las empanadas, mi mamá echaba la carne, mis hermanos y yo hacíamos el repulgado, mi otra hermana las acomodaba y a las seis de la mañana mi hermano mayor y yo salíamos a venderlas.
- ¿Tu vida cambió cuando llegaste al fútbol?
- Mi vida deportiva empezó en Riberalta. Empecé jugando a mis 10 años en un equipo del barrio. Entre todos los muchachos nos compramos unas poleras y nos pusimos de nombre Falken, que quiere decir pájaro grande.
De ahí pasé a jugar en el equipo Generación 2.000, a los 11 años; después a 31 de Octubre, donde logré mi consolidación en las categorías infantiles, porque llegar a ese club, en Riberalta, es como llegar a Bolívar, en La Paz. Pasé por todas las categorías hasta la Primera A y fui convocado tres veces a la selección beniana.
El salto grande fue el 87, cuando jugué el Nacional juvenil contra Santa Cruz, donde estaban Etcheverry y Platiní; en Cochabamba estaban Sandy y Baldivieso. Nosotros teníamos buen equipo, salimos subcampeones; nos ganó Santa Cruz en la final (2-1) y yo fui elegido como el mejor jugador de ese torneo. Ahí surgieron las propuestas de clubes de la Liga. Me hablaron de Bolívar y de Blooming, pero a mí me faltaban tres meses para salir bachiller, que era el objetivo de mi madre, que en paz descanse. Ella quería que estudie, que todos sus hijos seamos profesionales, por eso no acepté las propuestas.
- ¿Cómo llegaste a Bolívar?
- El año 88 me fui a estudiar arquitectura a Santa Cruz y jugué en Universidad: salí campeón y fui elegido otra vez el mejor jugador. Ese mismo año el profesor Jorge Habegger me convocó a la selección boliviana como invitado. El 89, él pasó a dirigir a Bolívar y lo primero que hizo fue pedirle a Mario Mercado que me contrate. Javier Ortuño (ex dirigente) se comunicó conmigo y el club pagó $us 25.000 por mi pase, una suma alta en ese momento. Ese año fui la revelación del fútbol boliviano; el 90 y el 91 fui elegido el mejor jugador del país, me dieron el botín de oro y el 91 recibí el Premio Mayor de EL DEBER.
- ¿A tu carrera le faltó jugar en algún club de primera en el exterior?
- El año 98 pasé al Atlético Tucumán, de Argentina, de segunda división. Lo hice porque quería salir, pues en varias ocasiones tuve la oportunidad de jugar fuera del país, pero lastimosamente por la incapacidad de algunos dirigentes no se dio. Eso me frustró, por eso acepté jugar en Argentina. Me fue muy bien y la gente llegó a quererme muchísimo. Luego volví a Oriente, el 99, ahí estuve dos años.
- ¿Lo mejor de tu carrera fue la clasificación al Mundial?
- Lo máximo que puede lograr un futbolista es llegar a un equipo grande, en este caso para mí fue llegar a la selección y clasificar al Mundial. Fue como graduarse en alguna profesión, fue lo más grande, no hay otra cosa mejor y nosotros lo hicimos porque trabajamos muy bien. Era un grupo de jugadores muy responsable y con calidad humana y futbolística.
- ¿Recuerdas el incidente del mate de coca?
- Claro, en el partido frente a Brasil yo había tomado mate, lo más normal en nuestro país, y como todos saben es un mate digestivo, que no era prohibido. Cuando salió el resultado del control antidopaje registré 00.005 miligramos, que no es nada porque en la Convención de Viena se estableció que hasta el uno por ciento de residuo de cocaína no da positivo. Lo mío fue una farsa, porque en ese entonces el presidente de la FIFA era Joao Havelange y estaba dolido porque después de 42 años le quitamos el invicto a su selección.
- Aún eres el único jugador boliviano invitado por la FIFA para disputar un partido como integrante de una selección mundial, ¿cómo fue ese episodio?
- Fui en calidad de mejor jugador del país porque había ganado el botín de oro. Era un partido entre el Milán con los mejores jugadores del mundo y yo tuve la oportunidad de estar con ellos, fue una experiencia inolvidable.
- ¿Por qué te llamaban ‘Correcaminos’?
- Eso me lo puso ‘Toto’ Arévalo (periodista) porque era incansable para jugar, me iba con facilidad al arco rival y volvía a hacer mi trabajo, que era defender, además corría los 90 minutos. Durante la semana trabajaba bien. Hay un dicho del profesor Azkargorta: como entrenas y como vives, juegas, y yo entrenaba muy bien, me cuidaba y por eso rendía en la cancha.
- En tu tiempo de descanso caminabas bastante en La Paz, ¿Por eso nunca te compraste un auto?
- No. Pensaba que antes de comprarme un coche tenía que comprarme el garaje y eso fue lo primero que hice, comprar un casa. Tenía otras prioridades como ayudar a mi familia. Ahora recién tengo mi movilidad en Riberalta, pero igual todos los días me voy caminando al Concejo.
- ¿En qué momento decidiste incursionar en la política?
- Vivía en Santa Cruz, pero mi deseo siempre era jugar el partido de mi despedida en Riberalta, y así lo hice; invité a Álvaro Peña, ‘Platiní’, Etcheverry y fue una cosa muy linda, como la soñé. Después me quedé unos días allá, justo cuando los partidos políticos buscaban candidatos para la Alcaldía; así que me invitaron a que sea candidato por el MIR. Como tenía buena relación con Jaime Paz Zamora y con sus hijos, acepté
- ¿Qué proyectos impulsaste en tu tierra natal?
- Manejaba la Comisión de Salud y Deportes, y gracias a la colaboración del presidente Evo Morales conseguimos llevar a un equipo profesional, Blooming. Algo así no se hacía en Riberalta hace más de 25 años. También fueron técnicos y profesores de educación física para dar cursos. En el tema de salud pudimos conseguir un hemodiálisis para el municipio y otras cosas más.
- ¿Qué te pidió el presidente Evo Morales cuando te invitó a ser parte de su equipo?
- Todavía no hablamos, sólo tuvimos una charla telefónica. Me invitó a venir y me dijo que me daba el respaldo total para tomar las decisiones. Me reuniré con él el lunes para ver qué ideas tiene.
- En estos cuatro años han pasado ya cinco viceministros, ¿eso no te hace pensar en que es un cargo inestable y complicado?
- Como todo, es un reto. Al principio va a ser complicado, pero lo tomo como el partido más difícil de mi vida. Si cambiaron a tantos viceministros será porque algo anduvo mal, pero espero que eso no suceda conmigo. Voy a ser meticuloso al elegir a la gente que me va a acompañar en este proceso de cambio. Como se dice en el fútbol, el equipo que comete menos errores es el que gana.
- ¿Harás cambios en Bolivia Deportes y en el Fondo de Inversión para el Deporte?
- Si una persona es responsable, eficiente, uno no es loco para cambiarla, por eso es que voy a pedir un diagnóstico de las tres reparticiones para ver qué cosas hacen saltar ese fusible.
- ¿Cuál será el primer paso que vas a dar una vez que asumas?
- Primero, ver el informe del viceministro saliente, para ver si tenía algún proyecto encaminado, a fin de cumplirlo y no dejarlo a medias. Después nos reuniremos con el Presidente para hacerle conocer los proyectos nuestros.
- Siendo un hombre de fútbol, ¿conoces las necesidades del resto de las disciplinas deportivas?
- No, de todas no, pero voy a buscar personal que conozca y pueda ayudar a ir para adelante.
- ¿Sabes con cuánto de presupuesto anual cuenta el deporte?
- En su totalidad no sé, pero quiero saber. Lo que sea, hay que repartirlo equitativamente a todos los departamentos y a todas las disciplinas.
- ¿Cómo crees que está el deporte en general en nuestro país?
- Está deteriorado, tiene un bajo nivel. Trataremos, desde este cargo, de reunirnos con toda la gente conocedora de todas las ramas deportivas. Muchas veces nos enfocamos sólo en el fútbol, pero vamos a tratar de que ninguna de las federaciones esté disconforme con nuestro trabajo.
- ¿No tienes temor de que el Gobierno esté utilizando tu imagen para cubrir un cargo desde el cual tus antecesores poco o nada han podido hacer?
- El Presidente no necesita de un futbolista para crecer, el Presidente ha crecido solo, por su trabajo, su honestidad, por su responsabilidad, por su transparencia y nosotros vamos a seguir ese camino. Después, la gente nos juzgará.
Un profesional destacado
Miguel Ángel Rimba Alvis nació el 1 de noviembre de 1967, en Riberalta (Beni). Está casado con Sandra de la Barra, con quien tiene tres hijos: Miguel Ángel, Mara y Adolfo.
Debutó en primera división con Bolívar, en 1989, donde estuvo 10 años. De ahí salió y jugó en Atlético de Tucumán, de Argentina, un equipo de segunda división.
A su regreso se enroló en Oriente Petrolero, pasó a Real Santa Cruz y luego a Unión Central de Tarija.
Terminó su carrera futbolística en filas de Aurora, de Cochabamba, disputando la Copa Simón Bolívar, en la que se proclamó campeón.
Es uno de los futbolistas bolivianos históricos que en 1993 se clasificó, integrando la selección, al Mundial de Estados Unidos. Jugó el torneo ecuménico.
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