Hay cracks que no necesitan ni marketing, ni propaganda, ni bombos o platillos. Se abren paso entre la gente a fuerza de detalles "mágicos" o, en este caso, golpes de raquet parecidos a los de un artista que finaliza su gran obra. Así es el caso de Natalia Méndez, quien sola, lejos de su natal Santa Cruz y a kilómetros de sus seres queridos, festejó con un grito monocorde su tercer título mundial juvenil a sus jóvenes y dulces 15 años. Méndez es una "crack" que encanta en cada torneo, sea donde sea, y hace que el público la admire.
Tricampeona en silencio. Parece que fue ayer cuando a sus 6 años inició sus primeros pasos en el raquet, cuando la raqueta parecía ser más grande que ella. Sin embargo, su meta se clarificaba a medida que crecía, los rivales, los torneos y las canchas se convertían en estadios intimidantes para cualquier competidor.
Hoy, casi una década después de aquella primera vez que sintió el grip en sus manos, suma un total de 3 títulos mundiales juniors en las categorías 10, 12 y 16 años.
"Entrena todos los días y trabaja cada aspecto de su juego con ganas y mucha fuerza. Sabe que para conseguir destacarse hay que hacer muchos sacrificios y ella lo sabe", cuenta Haroldo Méndez, padre de Natalia.
Hace menos de una semana consiguió algo increíble, que demuestra la fortaleza mental de Natalia, acceder a dos finales tanto en categoría 14 años (última vez que disputaba esta categoría) y en 16 años.
La derrota ante la mexicana Diana Aguilar en la final de 14 años parecía que disminuiría los ánimos de la joven raquetbolista. Pero con un contundente 15-12 y 15-11 logró su primer oro en la categoría 16 años.
El secreto de mi éxito. "Era muy difícil encontrar mujeres de mi edad en Santa Cruz que jugaran raquet. Entonces practicaba y competía con mis hermanos. Siempre tratando de superarlos, ganarles, para mí en ese momento eran mis mejores victorias", relata con alegría y situándose en aquellas tardes con sus hermanos cuando para Natalia el raquet era un hobby y los mundiales, las medallas y las victorias eran algo impensado.
Sin embargo, esos partidos le forjaron la fortaleza y el nivel que hoy, de joven, tiene.
"Jugar dos finales en un Mundial fue espectacular. La verdad no podía creerlo, fue un gran orgullo y una gran alegría poder representar al país en la instancia final. Lo que cualquier atleta aspira", expresa la raquetbolista de solo 15 años, que un futuro espera estudiar medicina y ser doctora, como su padre.
"Llegar al profesionalismo sería lo mejor, pero hay un camino que tengo que respetar. En poco más de un año iré a Estados Unidos a mejorar en el ranking mundial", asegura Natalia.
La tarde cae como en aquellas reuniones con sus hermanos en una cancha de raquet y Natalia, sin soltar la raqueta, vuelve a juntarse con la pelota. Y en la cancha se expresa sin pensar en planes o en éxitos, solo disfrutando de aquel deporte que fue un hobby y que hoy la convirtió en "crack".
"Tiene una gran disciplina para el trabajo. Ella es el futuro del raquet en Bolivia a nivel internacional. Ha trabajado mucho para mejorar y confiamos en que llegará muy lejos'.
Fernando Orihuela
Presidente Asociación de Raquet
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