21 septiembre 2014

Aikido el arte de la paz

El Aikido es un arte marcial moderno del Japón. El creador del Aikido fue Murihei Ueshiba (1883-1969), uno de los más grandes maestros de las artes marciales en la historia. El término Aikido es traducido como el Arte de la Paz. Este arte marcial actualmente está liderado por Moriteru Ueshiba.

El Aikido busca formar a sus practicantes como promotores de la paz. La característica fundamental del Aikido es la búsqueda de la neutralización del contrario en situaciones de conflicto, dando lugar a la derrota del adversario sin dañarlo, en lugar de simplemente destruirlo o humillarlo.

Filosóficamente, se basa en las enseñanzas del omoto (‘gran origen’), una secta neosintoísta fundada a fines del siglo XIX por una mujer de nombre Nao Deguchi y propagada a comienzos del siglo XX por su yerno, Onisaburo Deguchi, la cual tuvo una influencia importante en el pensamiento de Ueshiba desde el año 1919.

Las fuentes técnicas y tácticas principales desde las cuales el maestro Morihei Ueshiba desarrolló el Aikido fueron algunas de las artes marciales del guerrero medieval japonés o samurai, como: el daitô ryû Aiki jujutsu (luxaciones, inmovilizaciones y proyecciones) con base en los estilos de esgrima: Itto Ryu kenjutsu, el yagyu ryu kenjutsu (esgrima con sable) y el manejo de lanza sojutsu, estilo hôzôin-ryû; asimismo ha sido influenciado por el Judo, arte que Ueshiba también practicó.

Sin embargo, el maestro Morihei Ueshiba concluyó que el verdadero espíritu de las artes marciales no debe centrarse en el combate o la competencia deportiva, sino en la búsqueda de la perfección física y mental del ser humano, a través del entrenamiento y la práctica continuada.

Basándose en la enseñanza de su creador, el Aikido en general se niega a convertirse en un deporte competitivo y rechaza todo tipo de certámenes o concursos que incluyan las divisiones por pesos, las clasificaciones basadas en el número de victorias y la recompensa a los campeones, ya que estas cosas, entiende, sólo alimentan el ego, y a largo plazo, la falta de interés por los demás.

Con una sencillez propia de los iluminados Murihei Ueshiba, el gran maestro enseñó a sus discípulos que la paz comienza con cada uno; además, cada uno tiene un espíritu que puede ser refinado, un cuerpo que puede ser entrenado de alguna manera y un camino adecuado a seguir. Pues, están aquí con la finalidad de darse cuenta de su divinidad interna y de manifestar su iluminación innata. Así, cada uno debe promover la paz en su propia vida y entonces podrá aplicar el arte a todo cuanto surja en su camino.

En contraposición al consumismo del mundo en que vivimos Muriehei Ueshiba, conocido por los practicantes del Aikido como O-Sensei (El Gran Maestro), enseñó que uno no necesita ni edificios, ni dinero, ni poder, ni status para practicar el Arte de la Paz, ya que el cielo está en el mismo lugar en que cada uno se encuentra y ese es el lugar para entrenarse.

Los niños, los jóvenes y los adultos de ambos sexos que practican el Aikido son personas que logran desarrollar su sensibilidad, su autocontrol y disciplina ya que ese Arte está imbuido de una filosofía muy profunda que logra inspirarlos en su cotidiano vivir.

Aunque las técnicas del Aikido pueden usarse como defensa personal ante cualquier posible agresión (el Aikido es un arte marcial completo y eficaz, afirmó el maestro Kisshomaru Ueshiba); el fundador, el maestro Morihei Ueshiba no las creó solamente como parte de un método más de lucha cuerpo a cuerpo. Su intención fue desarrollar un arte marcial capaz de integrar a la persona en todos sus aspectos: físico, mental y energético.

Llegado el caso, el practicante buscará defenderse con proporcionalidad (dentro de lo indicado por la ley), con firmeza pero con serenidad, procurando mantener el respeto hacia sí mismo, impidiendo que la propia rabia o miedo lleguen a dominarle.

Los practicantes deben ser conscientes de la responsabilidad que adquieren al aprender técnicas de origen marcial, muchas de ellas potencialmente letales para sus compañeros. La persona que entrena Aikido asume que desea cultivar sus capacidades para mejorar su calidad de vida, no para maltratar a quien se le ponga por delante.

A diferencia de la gran mayoría de artes marciales tradicionales o modernas y deportes de combate, que buscan condicionar o mecanizar los diferentes gestos de defensa y ataque, el Aikido busca despertar la conciencia reprogramándola física, mental y emocionalmente hacia un proceso de continua creación.

O-Sensei fue poeta, pero, se inmortalizó por haber enseñado el camino de la paz a millones de seguidores, los practicantes del Aikido, en todo el planeta. Y fue él quien dijo que todas las cosas, materiales y espirituales, se originan en una sola causa y están relacionadas como si fueran una sola familia. El pasado, el presente y el futuro están todos contenidos en la fuerza de la vida. El universo surgió y se desarrolló de un principio, y nosotros evolucionamos a través de un proceso óptimo de unificación y armonización.

El Arte de la paz es la medicina para el mundo enfermo, decía O-Sensei. Hay maldad y desorden el mundo porque las personas han olvidado que todas las cosas emanan de un solo principio. Regresemos a ese principio y dejemos atrás todos los pensamientos centrados en uno mismo, los deseos triviales y el enojo, nos invita el maestro, ya que aquellos que no están encaprichados en nada lo poseen todo.

Son muchas las citas copiladas de charlas, manuscritos y tradición oral de O-Sensei. Todas sencillas, profundas y bellas. Capaces de mostrar el camino del equilibrio y de la paz interior para los herederos de este mundo caótico. Ya que la esencia de ese arte es limpiar a cada practicante de la malicia sintonizándolo con su entorno y limpiando su camino de los obstáculos.

En las propias palabras de O-Sensei, se aprecia la profunda espiritualidad y religiosidad de su pensamiento: Aikido es el camino que une a todos los caminos del universo por toda la eternidad, es la Mente Universal que contiene todas las cosas y unifica todas las cosas. El Aikido es la verdad enseñada por el universo y se debe aplicar a nuestras vidas en esta tierra.

Más que un arte marcial, el Aikido es el principio y el camino que unen a la humanidad con la Conciencia Universal.

Aikido llega a su término cuando cada individuo, a través de su verdadero camino, se hace uno con el universo.

Aikido es el camino de la fuerza y la compasión que lleva a la perfección infinita para una mayor gloria de Dios.

Siendo de personas inteligentes saber apreciar lo que piensan o sienten los demás, un aikidoka nunca menospreciará a su oponente, pues él/ella/ellos le da la oportunidad de desarrollar su propio crecimiento personal. Dependiendo del grado de control que se tenga en el cuerpo y sobre las acciones, dependerán los resultados.

Se comprende que las técnicas de Aikido contienen el espíritu de la paz, puesto que educa el instinto primario de la agresividad. Al conseguir llegar aquí, el aikidoka se esfuerza porque las técnicas contengan el grado máximo de armonía. En la práctica del Aikido el niño aprende la importancia de los valores humanos tales como el respeto, la humildad, serenidad, comprensión, tolerancia, etc.; y se le ayuda a comprender que forma parte de un Universo y como integrante de la Naturaleza debe amarla y protegerla.

Otro aspecto relevante en la práctica de este arte es el hecho de experimentar los dos papeles, atacante y defensor con el mismo ánimo, desde una perspectiva no solo de aprendizaje técnico, sino también como una experiencia que forma el carácter. El papel de nage, no es más importante que el de uke, bien al contrario se cree que si no desarrolla primero la actitud de un uke que ataca de manera sincera, sin dudar; no se podrá llegar a ser un buen nage. Esto es así debido a la particular forma de las técnicas de Aikido, que buscan convencer antes que dominar.

El maestro Mitsugi Saotome afirma: "El Aikido busca la educación de nuestro instinto agresivo". Esto se logra entrenando la capacidad de percepción, desarrollando la decisión, dando lugar a una ejecución/neutralización adecuada. Por esta razón se comienza por las tomas de muñeca, los agarres y retenciones, para dar lugar a los agarres en movimiento, a los ataques tipo te- gatana o de mano sable; luego se dan los ataques armados tradicionales (sable, sable de madera, puñal, porra, lanza corta). Posteriormente se permiten los ataques en solitario con puñetazos, patadas, estrangulaciones así como sus combinaciones. Y finalmente se llega a las respuestas frente a uno o más oponentes. Permitiendo así el acercarse a la "realidad" del conflicto de manera progresiva, segura y gradual.

El Aikido, no se encara como una práctica deportiva de competencia o combate, sino que el aikidota busca modelar su personalidad, el carácter y capacidad de relacionarse con los demás.

El Aikido se basa en el principio de la no-resistencia, los niños aprenden a no ser agresivos, resolviendo los conflictos con un posible agresor en la calle o en la escuela, con calma y buscando neutralizarlo a través de técnicas de desequilibrio, inmovilización y control, sin causarle daño. La enseñanza trata de motivarlos para que cada uno mejore respecto de sí mismo fuera de un marco competitivo o de comparación con el resto. Es decir: El Aikido fundamentalmente permite que cada niño trabaje sobre sus limitaciones.

El progreso de cada practicante se mide respecto de sí mismo. Como no podía dejar de ser, en Oruro también se practica el Aikido, el Arte de la Paz, en un Dojo, centro de entrenamiento, en la plaza 10 de Febrero, en el conocido Hotel Edén donde Jorge Orlando Sandoval Olmos es el O-Sensei.

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