La cochabambina cumplió su sueño cuando sacó el oro bolivariano, que fue la recompensa al sacrificio de siete meses de trabajo en Santa Cruz.
“Estuve lejos de mi familia, amigos y dejé de estudiar, pero el oro fue la alegría para mi familia y entrenadores. Al escuchar las notas del himno nacional no pude ni cantar, porque si lo hacía mi iban a embargar”, rememora la taekwondista.
En la final, la boliviana superó por 16-13 puntos a la colombiana Doris Patiño, en la categoría 53-57 kilogramos. Patiño venía con el antecedente de ser la campeona Panamericana y además compitió en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Afirma que estuvo nerviosa antes de la pelea, pero se mentalizó para dar todo en el combate y que con convencimiento venció y se colgó la presea dorada.
Sin embargo, no todo fue color de rosa, dejó la universidad y se fue a vivir a Santa Cruz, donde trabajó con los instructores de la selección nacional Giovanny Rojas y Lizandro Galvis.
“Por la falta de apoyo de la Asociación de Cochabamba y problemas dirigenciales busqué el apoyo de la cruceña, que me abrió las puertas durante siete meses. Agradezco al presidente de la federación Alejandro Mancilla y a la dirigente Teresa Quevedo, quienes me dejaron participar por Santa Cruz en un ranking nacional antes de los XVI Juegos Bolivarianos.
Cuenta que con los entrenadores Rojas y Galvis trabajó de lunes a viernes, tres veces al día. “Fue ardua la preparación y luego se disminuyó a dos turnos. Pero faltó apoyo del Gobierno para viajar al exterior para competir”, reflexiona la medallista de oro.
La campeona bolivariana confía en que competirá en los X Juegos Deportivos Sudamericanos (Odesur) de Medellín, Colombia, porque espera cumplir otro sueño, aunque antes debe recuperarse de la lesión que sufre de la rodilla izquierda.
“Si Dios quiere retornaré pronto a mi pasión. Por el momento, no entreno, antes retomaré el estudio”, comentó la competidora de 18 años que cursará la carrera de Derecho y Ciencias Jurídicas en la Universidad Univalle.
La campeona nacional de la categoría hasta 57 kilogramos trata de cumplir el trabajo invisible, que consiste en un buen descanso, alimentación adecuada y no perder estado físico.
Kasandra trata de dormir lo suficiente para exigirse al máximo en los entrenamientos del día siguiente, aunque reconoce que como joven sale algunos fines de semana, pero nunca se excede. Cuando está concentrada con otros deportistas, se priva de muchas cosas y tiene mucho cuidado en consumir medicamentos.
Martínez comenzó a practicar esta disciplina a los 10 años en el gimnasio de su tío Gustavo Mercado. Su trabajo comenzó desde los niveles básicos, pero por su facilidad de pateo a la cara participó en los campeonatos nacionales y ganó sus primeras medallas de oro. “Para mí, el taekwondo es una forma de vida, porque me ayuda en mi personalidad y carácter, me mantiene saludable y activa. Además de conocer mucha gente”, acota.
La nueva figura del taekwondo nacional se autodefine como una persona pasiva y reservada fuera del tatami, pero cuando entra en posición de combate se transforma y apela a toda su experiencia y garra para superar a sus contrincantes en su camino.
El perfil
Nombre: Kasandra Tatiana Martínez Mercado.
Edad: 19 años. (7/6/1991), en Cochabamba.
Estatura y peso: 1,63 m y 56 kg.
Familia: Guadalupe y Raúl (padres). Hermanos: Marcela y Abel.
Estudios: 1er. año en Derecho y Ciencias Jurídicas.
Combates
Apoyo familiar
Juan Bravo, esposo de su madre Guadalupe Mercado, le dio el total apoyo a la campeona nacional del taekwondo. Además están sus tíos.
Rivales
A juicio de Kasandra Martínez las rivales más fuertes a nivel de los Odesur son las taekwondistas de Brasil y Venezuela, que son potencias en la región.
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