El ganador del II Premio de Crónica Periodística cuenta detalles de esta historia y de su personaje
¿Qué significa para vos ganar este premio?
En lo personal, es una motivación, sobre todo considerando el nivel que tenía el jurado del premio, con gente a la que admiro. Como atleta, siempre he trabajado con objetivos a corto, mediano y largo plazo. Así como planificas una temporada de forma estratégica, con objetivos principales, intermedios e indicadores, en este caso escribir un buen texto, y un premio como este, desatendido a nivel estatal (no hay otros premios de crónica o ensayo), ayuda a tener una vitrina para tu trabajo.
¿Qué valor le das a la crónica como género periodístico?
Ahora se lee más que nunca, aunque la tendencia sea la inmediatez. Pero como hay tendencias, hay contraculturas. Y ante la vorágine del tiempo y la velocidad, salen a flote viejas necesidades (que han existido siempre) de acceder a una buena prosa que cuente historias en profundidad.
¿Cómo nace la idea de escribir una historia sobre Policarpio Calizaya?
Nace de una necesidad insatisfecha de leer crónica deportiva escrita, en formato largo y de calidad en Bolivia. Hay grandes cronistas radiales nacionales, pero no tienen equivalentes en la prensa deportiva, quizás porque los espacios son muy reducidos. Más allá del fútbol hay poco o nada, lo que hace que la gente no llegue a conocer lo que motiva a una persona a correr contra el crono o lo que hace de esta actividad interesante.
¿Cómo defines al personaje de esta crónica?
Policarpio es un tipo trabajador, con un talento innato, disciplinado, pero que ha logrado formación de capital humano en su época adulta. Ha sabido sacarle rendimiento a sus posibilidades. Si Policarpio hubiese tenido acceso a planificación en base a resultados, su historia podría haber sido distinta.
La crónica brinda también una mirada a la problemática deportiva del país...
Nos definimos como un país de carencias, en construcción.
En la última década esa construcción, sobre todo identitaria, se ha acelerado en algunos ámbitos, pero queda mucho. Policarpio es un ejemplo de cómo se puede salir adelante con pocos recursos y oportunidades, y el ejemplo no tiene que valer para que los políticos se despreocupen, sino para motivar a los deportistas a poner sobre la mesa sus talentos y pelear hasta donde puedan llegar. Los entrenadores son los peor pagados. Así no hay forma de salir adelante
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