Jaime Cuevas Cárdenas nació para vivir en las alturas. Desde que era pequeño, allá en su natal Irupana, volaba con su imaginación. Miraba a los pájaros de aquel paraíso yungueño y él los seguía con la mirada hasta que se perdían, y entonces empezaba a soñar con lo que veían.
Trepaba a los árboles y observaba todo desde unos metros más arriba que el común de los mortales. Sí, definitivamente había nacido para vivir en las alturas.
Con el correr de los años, Jaime ingresó al Colegio Militar de Aviación de la Fuerza Aérea Boliviana y convirtió su sueño en una realidad. Pero no fue suficiente. Quiso más. Sentir el aire en el rostro, el miedo disfrazado de adrenalina, la emoción de la libertad en el aire. Decidió “aparcar los aviones” y empezó a correr para volar por su cuenta. Hoy es uno de los referentes del parapente en el país.
Se antojó de volar por su cuenta en Río de Janeiro (Brasil), luego volvió a su tierra, Irupana, para quitarle espacio a las aves y descender en Churiaca. Pero ninguno de estos vuelos se comparó con el del domingo 16 de agosto.
Nieve
Aquella jornada hubo un cielo despejado sobre la ciudad de La Paz; días antes, dos nevadas habían caído sobre la metrópoli y ésta tiritaba; más arriba, en La Cumbre, que se encuentra en el camino a Yungas, a 4.725 metros de altura sobre el nivel del mar, el frío recrudecía y no solo calaba los huesos, sino que cortaba el aire. El día era ideal para una aventura más. Jaime, Álex López y Sandra Espejo tomaron sus mochilas y se fueron rumbo al reino de los cóndores.
“El paisaje era impresionante en La Cumbre”, narra Sandra. Ella, acostumbrada a volar en parapente desde enero de 2009, confiesa que ese día le picó el bicho del pánico. “Sentí miedo y desconfianza porque era un terreno nuevo”.
Jaime también estaba inquieto. Los pilotos Iván Mejía y Nicolás Araujo, que acompañaron a la expedición y estaban encargados de apoyar al trío de parapentistas, dieron el visto bueno a la nueva aventura, aproximadamente a 100 metros de la carretera que une a La Paz con Yungas.Entonces, el reloj marcaba las nueve de la mañana con algunos minutos.
El piloto empezó a correr. El aire le golpeó el rostro, pero no se detuvo, cogió velocidad y en un momento sus pies se separaron del suelo y ahí estaba, volando.
Sandra y Álex también se lanzaron al vacío. “Levantas el parapente, corres y no hay vuelta atrás. Desde el cielo, el paisaje es muy hermoso”, comenta Sandra, quien al día siguiente publicó algunas de sus fotografías en la red social Facebook.
Jaime, quien está acostumbrado a ver el mundo desde el cielo, también confiesa que la experiencia fue única porque desde arriba todo es diferente. Es más, ambos grabaron videos de su aventura, que se pueden ver en la página web de La Razón.
El planeo duró entre 11 y 12 minutos. Si se traza con una regla la distancia recorrida desde el inicio hasta el final de la aventura, en las cercanías de La Rinconada, se descubrirá que se cubrieron unos 2.700 metros.
El día, frío y desangelado, se vistió de colores para los expedicionarios. Cerraron la jornada a las 11.00 y para festejar el primer vuelo en La Cumbre nevada de La Paz comieron truchas en la localidad de Pongo.
MARAVILLA
La Asociación Paceña de Parapente —presidida por Jaime Cuevas y cuyo secretario general es Álex López— cumplió con éxito esta travesía, pero desconocidos cielos y desafíos se abren para la entidad.
“Queremos hallar sitios de vuelo cercanos a la ciudad de La Paz para permitir que más gente se involucre en la actividad”, adelanta Jaime, en una charla con Escape.
Los próximos lanzamientos serán en la Ciudadela Ferroviaria, en el Illimani y en La Cumbre, nuevamente. Todos estos sitios son vetas para los amantes de las alturas.
En el departamento de La Paz se realizan vuelos en Sapahaqui (provincia José Ramón Loayza), Copacabana (provincia Manco Kápac), Yanari, Llakasa, Mallasa y el Illimani (los tres en la provincia Murillo).
El más importante evento en parapente en esta región surca los cielos de Irupana (Sud Yungas). Tradicionalmente, en julio o agosto estas aeronaves se adueñan del cielo de esta zona piloteadas por profesionales de distintas partes del país y del mundo. Después de 12 años de festivales, la fama del Irupanapente atravesó fronteras.
Cerca de la urbe paceña, los sitios que se encuentran en la mira de la asociación son Alto Achumani, Huayllani, Ciudadela Ferroviaria y La Cumbre.
Lo atrayente de esta última, en el viaje realizado el pasado fin de semana, fue la nieve que copó los cerros de la zona.
Además, en el primer vuelo experimental del domingo se descubrió que la aventura puede durar más de 12 minutos y permitir mayor tiempo en las nubes.
Desde La Cumbre, además, el horizonte se pinta con tonos pasteles. En el fondo está la carretera serpenteante que va a Nor y Sur Yungas y, como si fueran escarabajos cansinos, los buses le dan un toque especial al panorama. “Es una zona con mucho potencial turístico”, afirma Jaime.
A Sandra le gusta la idea de conocer nuevos cielos en las cercanías de la ciudad de La Paz. “Es una tentación para nosotros que somos aventureros y exploradores”.
Jaime está emocionado con la idea de las inéditas pistas aéreas para los parapentes. Ya le han dicho que su idea es quijotesca, pero él no se amilana. Después de todo, no tiene los pies sobre la tierra.
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