"La primera vez que salí en la tele estaba muy nerviosa y no sabía qué decir”, contó a Miradas, Annie Beisly, quien a sus 11 años se convirtió en la persona más joven en conquistar la cima del Illimani.
La hazaña, realizada el 27 de julio, fue difundida por los medios de comunicación escritos, así como por diferentes programas de televisión. La pequeña escaladora ya es famosa, tanto que cuando Miradas llegó a su domicilio en la ciudad de El Alto, ella concedía una entrevista a una cadena de televisión.
Annie es la menor de tres hermanos que comparten con sus padres la pasión por el montañismo. Su padre, Gregg Beisly, llegó al país por primera vez alrededor de 1996, cuando tenía 24 años. En esa ocasión permaneció dos meses, en los que ascendió por el Ancohuma y el Illampu, ambos cerca a Sorata.
Entonces no sabía que en el país hay muchas montañas más como el Milluni, que tiene roca muy dura, similar al granito. Los montañistas de otros países buscan ese tipo de formación en todo el mundo, asegura el experto.
Beisly creció en Ohakune, un pueblo cercano a las montañas de la isla norte de Nueva Zelanda. Allá hay una formación muy grande, a la que los alumnos de las escuelas iban a esquiar una vez por semana.
Luego de esas primeras experiencias, el neozelandés acompañaba a su padre que escalaba sobre roca. Y al igual que su hija, Annie, a la edad de once años, él ya escalaba altas montañas.
A los neozelandeses les gusta la aventura y es común que la gente prefiera practicar deportes diferentes, incluso "más rudos”, aseguró. El rugby, por ejemplo, es el deporte nacional y la selección de su país actualmente es la campeona del mundo.
12 picos
En Bolivia hay 12 picos con una altura superior a los 6.000 metros, que son el Sajama en Oruro (Or), el Illimani en La Paz (Lp), el Ancohuma(Lp), el Illampu (Lp), el Parinacota (Or), el Chearoco (Lp), el Pomerape (Or), el Huayna Potosí (Lp), el Chachacomani (Lp), el Acotango (Or), el Chaupi Orko (Lp)y el Uturuncu en Potosí.
Beisly coronó la cima de casi todos, y sólo le faltan el Acotango y el Chaupi Orko.
En 2010, ascendió por primera vez al Illimani, al que ha retornado varias veces. En esa ocasión, hubo una tormenta eléctrica, y al llegar a la cima, junto a un amigo que lo acompañaba, Erick Monasterios, vio los rayos muy de cerca en la cara sur. "Era muy impresionante, increíble y bonito”, recordó.
Todos escalan
Su esposa Sal, así como sus tres hijos, Annie (11), Aedan (13) y Toby (15), comparten su pasión. "Juntos como familia hemos escalado muchas montañas y hemos conocido diferentes lugares en Bolivia”, afirma el experto, al explicar que en octubre retornarán a su país por motivos familiares.
A su hija Annie le gusta escalar montañas altas. Hasta hoy en el país ha ascendido a 15 picos. El primero lo escaló a los tres años de edad en su país, donde los cerros más altos tienen una altura de 3.700 metros.
Como Annie ha pasado casi la mitad de su vida en El Alto, su padre dice que "es mitad alteña” y añade: "para ella subir montañas altas es más fácil”.
Su segundo hijo, Aedan, en cambio, prefiere hacer trayectos cortos de mayores pendientes en roca, que son más difíciles. Su primera experiencia en el país la tuvo en el Chacaltaya cuando tenía casi ocho años.
Aedan ha coronado cimas de montañas como el Huayna Potosí, el Charquini y el Condoriri, entre otras. Sin embargo, aún no ascendió al Illimani.
Al mayor de los hermanos, Toby, le gusta escalar lo mismo roca que hielo. Ha ascendido por varios picos de la Cordillera Real. Entre los más altos están el Illimani y el Huayna Potosí. También escaló montañas más pequeñas como el Charquini.
Cuando Toby llegó al lado occidental del país quedó impresionado al ver lo cercanas que están las montañas de las ciudades. Su favorita es el Huayna Potosí porque la divisa desde cualquier punto de la urbe alteña y también por su pendiente, que requiere de mayor habilidad.
La subida a este cerro le toma cinco horas y el descenso, sobre una tabla de snowboard -similar a una tabla de surf, pero para nieve- no más de 40 minutos.
La madre de los hermanos, Sal, proviene de la capital neozelandesa, Wellington. Ella practica el andinismo desde que conoció a su esposo, hace 18 años. Incluso, su luna de miel la pasaron en una montaña.
El primer cerro al que ascendió en Bolivia fue Pico Tarija, cerca al Condoriri, hace siete años. Entonces, llegó con su esposo para evaluar si se establecerían en el país con sus hijos y se quedaron cinco semanas.
De los picos que Sal ha conocido en el país, el que más le gusta es el Huayna Potosí. "Es muy bonito, con (sus) grietas grandes; es muy interesante”, dice. Además de escalar montañas, ella da lecciones de inglés técnico a especialistas, como por ejemplo, ingenieros o jóvenes que trabajan en turismo.
Cerca de las montañas
Cuando llegó, hace cinco años, la familia neozelandesa se estableció en Sucre y luego en El Alto. Ellos eligieron esa ciudad porque "está muy cerca de las montañas”, pero también porque se pueden realizar muchos proyectos con jóvenes.
Reynaldo Choque Ramos y Daniel Flores Marca, por ejemplo, son dos muchachos que pertenecen al Club de Ski y Andinismo "K – Oz”, en el que Beisly, por invitación de su fundador, Pablo Choque, es instructor desde hace dos años.
Choque y Flores planean ascender a las cimas de los doce picos de Bolivia superiores a los 6.000 metros en un año; hasta la fecha ya han coronado la mitad de esas montañas.
Hay muchos jóvenes aventureros y es bueno que conozcan sus montañas, sostiene el experto, quien considera que de El Alto y La Paz pueden salir deportistas andinistas de nivel internacional.
La mayoría de los escaladores del mundo vive al nivel del mar. A ellos, escalar nevados de grandes altitudes les cuesta mucho, en cambio, los muchachos que nacen y crecen en la altura tienen ventajas. "Estos chicos han nacido en la altura, tienen ventajas genéticas”, explica el montañista.
En el domicilio de los Beisly, Miradas conoció una palestra que Gregg construyó para entrenar. Se trata de una estructura sólida de madera en la que los muchachos trepan y ejercitan sus brazos y dedos para escalar en roca.
Los miembros del club, que suman 25, entrenan en la palestra un par de veces a la semana. Normalmente, quienes recién comienzan realizan sus primeros ascensos en Aranjuez, donde practican con cuerdas y arneses.
Luego, para ejercitar con un piolet -una especie de pico para sujetarse en el hielo- y unos crampones -que tienen púas y se adaptan a las botas- salen a Charquini u otra montaña fácil.
Snowboard
En Charquini, sobre todo aprenden a descender sobre un snowboard, que puede alcanzar velocidades de 80 a 100 kilómetros por hora.
"(Charquini) probablemente es la pista más alta del mundo de snowboard”, dice Beisly. En el Club "K – Oz” los sábados se destinan regularmente para hacer estos descensos.
Para ascender al Illimani es necesario contar con cierta experiencia. En el caso de Annie, previamente ella escaló el Charquini, el Chacaltaya y el Huayna Potosí.
La ruta normal del Illimani es más fácil y culmina en la punta más alta, el pico sur, a 6.442 metros. El ascenso por la cara sur es más difícil y además hay otro camino más largo, que requiere ascender y descender por cinco picos superiores a los 6.000 metros. "El Illimani no sólo tiene un solo pico, es una montaña inmensa”, cuenta el padre de la niña.
Generalmente el ascenso al gran nevado requiere tres días. En el primero se sube hasta el campamento base, en el segundo hasta el campamento alto y en el tercero hasta la cima.
Annie realizó el ascenso junto a sus padres, su hermano Toby y Gonzalo Laura Quisbert del Club "K – Oz”. Su hermano Aedan no fue, porque no le gusta la altura, ya que le sienta mal.
Ella sintió algunos efectos, pues le dolió la cabeza y tuvo nauseas, pero al llegar a la cima sintió una gran felicidad, seguramente, tan grande como el nevado que coronó a su corta edad.
Como Annie ha pasado casi la mitad de su vida en El Alto, ‘es mitad alteña’. Para ella subir montañas altas es más fácil.
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