Triunfar en casa (la conclusión, según sus premisas) es una odisea para el cochabambino Marcos Vásquez, experto en muay thai. “Si me quedaba en Bolivia, no iba a tener opciones. Aquí en Estados Unidos trabajo, entreno y pienso en competir. Gano dólares”.
En julio, cuando decidió partir hacia la nación del norte y metió todo lo que pudo en sus maletas, incluidos sus temores, sabía que nada sería fácil y que claudicar en el intento no podía ser una opción. Hacerle honor a su chapa de “guerrero” era una compromiso por cumplir a pie juntillas.
Hace dos semanas, en Virginia, Washington DC, recibió el premio al sacrificio, a ese que se presentó como “recompensa obligada” al sacrificio que se coló en su historia personal.
De alguna manera, la presión de prestarse 1.500 dólares de sus amigos para pagar los pasajes desde Cochabamba tenía que regresar en forma de alivio para Maick, que ahora devuelve el dinero de a poco con lo que va juntando en suelo norteamericano (ayuda en diseño).
“Ahora, con las peleas y el trabajo, sigo pagando. Tener efectivo es difícil”. Nada más acertado. Seguramente, la razón es suya. El peleador, testigo, quizás, en carne propia de la fama hostigante que le hace sombra a los “United”, se refugia en el cariño de la comunidad latina, pero especialmente, en el de la que levanta la misma bandera.
“No cuento con el apoyo de ninguna empresa. Aquí estoy con la comunidad boliviana, que se ofreció a colaborarme en algo. Eso me ayuda en mucho”.
De inicio, Marcos tropezó con la visa. Le facilitaron el ingreso a Estados Unidos con papeles que solo garantizaron su estadía legal por dos semanas. Fue en julio, cuando debía cumplir un combate. Por el escaso tiempo, el cochabambino tuvo que regresar al país para buscar que le ampliasen el permiso.
Ello le supuso doble inversión. “Volví a venir porque tenía otra pelea el 15 de septiembre pasado. Gasté un montón de plata”.
No valió la pena, sino la “alegría”. La patada que le dio en la cara al estadounidense Carlos López, en la lucha coestelar del torneo organizado por Lion Fight 46 la noche del bendito 15 de septiembre, le dio el nocaut en el cuarto round. Irrefutable victoria para el boliviano, de 25 años, quien desde allí comenzó a dar pasos de gigante hacia el posible estrellato en un suelo que no es suyo, pero que le brinda firmeza.
Noquear al local López fue una afrenta al favoritismo. Que el boliviano dejara tendido al hombre que en su espalda se aparecía con más de 10 peleas profesionales era una osadía tan grande como su gallardía.
No pasó inadvertida su victoria. Y si hay entes expectantes en este tipo de combates esas son las empresas que cazan talentos. Enseguida, Lion Fight Promotions, precisamente la firma que promocionaba a López, se acercó al campeón y le propuso una pelea.
Según la reconstrucción aproximada de Marcos, uno de los representantes le expresó: “Nos gusta tu estilo. Has ganado bien y queremos promocionarte, que seas nuestro campeón. Te vamos a hacer disputar los títulos, pero antes debes tener una carrera acá”.
Si tuviera a alguna autoridad, cara a cara, su mensaje directo sería: “Dedíquense a promocionar el deporte, no la política”.
Tratar de refutarle algo a sus argumentos sería irresponsable. Sus 10 años de trayectoria son su mayor aval.
Objetivo
La “misión” que se propuso Marcos es compartir sus saberes con los atletas bolivianos para que ellos no atraviesen las dificultades que él pasó.
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