Mejora la salud. La natación reduce el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, estimulando la circulación sanguínea y ayudando a mantener una presión arterial estable. Por otra parte, genera una mayor resistencia cardiopulmonar. Ayuda en la prevención de várices, disminuye la hinchazón y los calambres, además de provocar un efecto sedante, ya que reduce el estrés, siendo este último muy común en esta etapa.
Fortalece los músculos. La natación bien planificada ejercita todas articulaciones, aumentando la flexibilidad dinámica del cuerpo, permitiendo que los rangos de movimiento aumenten. Además, nadar exige que el cuerpo utilice más de dos tercios de los músculos que tiene el cuerpo humano: los tonifica, los fortalece e, incluso, ayuda a prevenir las lesiones de articulaciones. Para ello, se debe practicar este deporte mínimo 35 minutos, dos a tres veces a la semana, para obtener una mejor postura y una musculatura más contorneada.
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