28 diciembre 2016

Skateboarding

En el sur del país gana cada vez más adeptos el skateboarding, un deporte extremo donde los trucos y malabares se perfeccionan después de experimentar dolorosas caídas que, al final, los skaters sobrellevan porque en sus venas corren la adrenalina y la emoción, desde la punta de sus pies hasta el último de sus cabellos.

El skateboard es una práctica deportiva —parte de la cultura urbana— muy extendida entre los niños y jóvenes, aunque no está exenta de controversia, especialmente, en otros países.

Mientras algunos sectores y subculturas urbanas lo consideran como una forma de arte o incluso de vida, no falta el anticuado que todavía pretende vincularlo con la actividad antisocial.

Pero, para alegría de sus seguidores, el 3 de agosto de este año el skateboarding fue aprobado como deporte olímpico por el COI y será parte de la competición oficial de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Probablemente sea solo en la categoría street, que imita los trucos realizables sobre el mobiliario urbano con presumible podio yankee, según publicaron varios medios de comunicación internacionales.

Deporte extremo

No todo es diversión y adrenalina en el mundo del skateboarding. En él se corren riesgos porque un truco mal hecho puede ocasionar un grave accidente, alguna caída con fracturas y contusiones.

“Todos los skaters sufrimos más de un accidente durante las prácticas. Algunos hasta más de diez, unos con lesiones más graves que otras”, reconoce Alex Ávila, vocero de un grupo de skaters en Sucre.

“Para llegar a ser un experto no depende tanto del tiempo que estés en este deporte, sino de la persona, y de la dedicación que se le ponga. Puedes dominar un truco súper difícil en un día, como tardar semanas en un truco más sencillo; la perseverancia y la práctica constante llevan al éxito. Mucha gente lo ve como un hobby, yo lo veo como un estilo de vida”, dice Alex a ECOS.

En Bolivia se organizan torneos nacionales en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Tarija y Potosí, donde se mide el nivel de estos atletas forjados en la calle, y donde también se aprecia la espectacularidad de cada salto, pura adrenalina.

Según su punto de vista, en este deporte de acción no hay preferencia de género, edad ni experiencia. Todos tienen la misma pasión por la patineta.

Él comenzó con el skate a los 16 años, después de ver a sus compañeros en el colegio. Antes, tuvo mucho control y condiciones impuestas por su familia, porque en esos años los chicos que se dedicaban al skateboarding tenían mala fama: los veían como a “maleantes o borrachos”, cuando en realidad estaban practicando un deporte extremo, agrega el skater sucrense.

Sin apoyo

La clave está en la constancia y la disciplina para la práctica de los trucos. Álex considera que los skaters capitalinos necesitan apoyo, cree que las autoridades deberían prestarle atención a este deporte.

Sucre no tiene un “skatepark”, como tal; solo una pista que actualmente está en muy mal estado en el parque Mariscal Sucre, adonde solían acudir los adeptos a este deporte. También hay otra, pequeña, en el parque infantil Simón Bolívar, donde la práctica se dificulta por el espacio reducido.

A veces mal vistos

Por esta razón los niños y jóvenes skaters se dirigen a determinadas calles o a parques, a veces, escondiéndose de policías que ven en esta una mala acción. “Nos echan, nos dicen que nos vayamos, nos tratan muy mal. Piensan que somos malos y no es así, solo estamos practicando con los skaters, ¿adónde vamos a ir?”, protesta el joven entrevistado por ECOS.

A pesar de carecer de una infraestructura adecuada, Sucre tiene una buena representación en el Circuito Nacional de Skate de Boliva (CNSB). En otros departamentos, según Ávila, hay mucho respaldo para este deporte. “Las autoridades aquí solo brindan apoyo a deportes como el fútbol y no dan oportunidad a otros deportes que quieren crecer en Bolivia”, enfatiza él.

Al respecto, el jefe municipal de Deportes de Sucre, Roberto Aracena, comenta que no recibieron ninguna solicitud de construcción de infraestructura deportiva y tampoco la visita de alguna asociación relacionada con este deporte. Además, informa que esta instancia de la Alcaldía solo trabaja con asociaciones y federaciones de disciplinas deportivas institucionalizadas.

Sin embargo, Aracena deja abierta la posibilidad de mantener un diálogo con los jóvenes que se dedican al skateboarding. En ese sentido, durante la entrevista con ECOS, pidió que sus representantes lo busquen.

El skate

Un skate (también conocido como monopatín o patineta) está compuesto por una tabla de madera, que consta de dos ejes de una aleación de metales y cuatro ruedas de goma. Permite realizar saltos y acrobacias espectaculares.

Hay dos formas de práctica: el “street” o calle y el “vert” o rampa. El más extendido es el primero y se practica usando escaleras, bordillos y barandillas, entre otros sectores de algún área urbana, especialmente en parques o, mejor todavía, en un skatepark, un lugar específico para esta disciplina.

El vert es muy popular en la cuna del skate, en Estados Unidos, y se realiza en “quarter pipes” o “half pipes”, que son estructuras con forma de medio tubo. •

Sebastián Velásquez (11)

“Como si estuviera volando”

“Este deporte me cautivó a través de la TV, entonces le dije a mi papá que me comprara una patineta, que recién me la dieron para la Navidad del anteaño pasado: me sentí feliz porque era lo que más quería; ahora tengo otra porque la primera está hecha talco. Yo me siento libre, como si estuviera volando en un avión, pero es complicado aprender. Cuando no te salen los trucos te caes, te golpeas; yo tuve unas diez caídas”.

Michel Choque (21)

“Fue complicado aprender”

“Empecé a los 15 años, con mi tío. A un principio fue complicado aprender: era difícil bajar las pendientes empinadas, por eso he tenido algunas caídas; la última ocurrió hace no mucho, al lastimarme la rodilla se derramó el líquido, estoy un mes sin patinar. La patineta significa mucho para mí, me siento bien conmigo mismo porque puedo hacer algo nuevo y competitivo, y si lo haces bien hay tiendas que te ayudan con tablas, porque cada una cuesta 400 o 450 bolivianos. Se rompen seguido”.

Boris Choque (21)

“He tenido graves lesiones”

“Son sensaciones raras las que sientes: la adrenalina es impresionante, hacer los trucos que puedes o no puedes conseguir… siempre te tira para adelante este deporte, son objetivos personales que vas ganando poco a poco.

He tenido graves lesiones, me rompí el peroné y, hace un mes, me abrí la rodilla, se me salió la rótula en el parque Mariscal Sucre, que está en pésimas condiciones”.

Nahuel Quevedo (19)a

“Falta una buena pista”

“No es un deporte barato, porque los que practican profesionalmente deben cambiar la tabla cada dos meses o mes y medio: con la práctica y los golpes, no dura mucho. También las zapatillas hay que renovarlas constantemente, se gastan haciendo los trucos con el skate.

Es importante que Sucre tenga una pista. Hay buenas pistas en La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Potosí, pero ahorita la mejor está en Tarija. Cuando hay una buena pista, la gente va de por sí y se motiva para hacer algo bueno”.

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