15 octubre 2012

Otros Tiempos Una ‘revolución deportiva’



Hace 35 años, La Paz encaró uno de los mayores retos deportivos en su historia, la organización de los Juegos Deportivos Bolivarianos de 1977, que involucró al presidente boliviano de entonces, las autoridades, dirigentes deportivos, los deportistas y al público; fue una verdadera “revolución deportiva” para la época, según uno de sus artífices, Germán Azcárraga, de 85 años (foto).

El citado exdirigente fue secretario general de la organización de esos Juegos y se constituyó en el brazo derecho del ideólogo para que La Paz fuera la sede, don José Gamarra Zorilla, entonces presidente del Comité Olímpico Boliviano (COB), quien tuvo la habilidad de convencer a la primera autoridad del país en 1977, el mandatario Hugo Banzer, para que aplicara un impuesto a la cerveza y así contar con recursos económicos con los que se logró organizar el evento.

Luego el mismo Gamarra apeló a su influencia y trascendencia internacional para tener la aceptación de los dirigentes de la Organización Deportiva Bolivariana (Odebo) para que se le otorgara a La Paz la sede.

Azcárraga recuerda que esas decisiones fueron importantes para comprometer desde el ámbito gubernamental hasta el entorno deportivo —sean deportistas, dirigentes y entrenadores— e ir más allá, como cuando los estudiantes de colegio del ciclo de Secundaria no pasaban clases y asistían a observar los Juegos, junto con los ciudadanos en general, quienes dijeron presente y llenaron todos los escenarios.

“Pasó tanto tiempo y La Paz no volvió a vivir más un certamen de esas características, por eso uno recién da valía por lo importantes y hermosos que fueron esos Juegos. Como lo dije en su momento, para mí fueron una revolución deportiva, en la que todos estuvieron y nosotros como dirigentes de la época tuvimos que trabajar bastante”, según Azcárraga, 35 años después del inicio de esa cita.

El octogenario dirigente destacó la decisión de Banzer, quien aceptó con un espíritu deportivo que el Estado participara activamente en la organización.

“Banzer dio instrucciones precisas a sus colaboradores, llámese ministerio de Trabajo, de Educación y de Finanzas para apoyar al evento. El impuesto a la cerveza ayudó a tener dinero, porque con ello muchas cosas se hicieron. Pepe (José Gamarra) tuvo esa habilidad de ver lo grande y así las cosas se hicieron como quedó demostrado”.

Mientras la construcción de los escenarios avanzó y concluyó, los atletas fueron preparados con un año de prácticas. En casi todos los casos hubo la contratación de entrenadores del exterior y se contó con una buena participación de deportistas. “Para cada disciplina se contrató un entrenador durante un año, por eso es que los deportistas llegaron con chances de ganar y muchos de ellos obtuvieron medallas. Con esto quiero informar que no se pensó sólo en un aspecto sino en todo. La influencia de Pepe llegó a que ese tiempo se decidiera el alto a las clases escolares, porque los alumnos hacían mosaicos en las graderías. La verdad que participaron los diversos sectores sociales”.

Azcárraga sostuvo que en lo personal, haber participado en el desarrollo de esos Juegos fue uno de los hechos que marcaron su vida, pese a que también estuvo en el crecimiento de The Strongest siendo parte del directorio de Rafael Mendoza.

Gracias a los Juegos hay una mejor infraestructura

Antes de la disputa de los Juegos Bolivarianos, el rostro de La Paz era distinto: contaba con el viejo estadio Hernando Siles, una piscina dentro de él y el coliseo pequeño que no era cerrado y que había sido construido con el empeño del periodista Julio Borelli; sin embargo, con la llegada de los Juegos, vino una nueva infraestructura deportiva.

Germán Azcárraga no se cansa de decir que el impuesto a la cerveza fue decisivo para contar con los recursos que permitieron construir el nuevo estadio Siles. El antiguo tenía una capacidad para 20 mil aficionados, en cambio el nuevo escenario logró duplicar su capacidad.

“También se amplió y techó el coliseo que impulsó Julio Borelli, luego se construyó el velódromo, que muchos lo calificaron como el más rápido del mundo”.Finalmente citó la construcción de la piscina de Alto Obrajes, aunque reconoce que solamente funcionó ese año y que luego se presentaron más líos que otra cosa.

Dinero de los Bolivarianos ayudó a crear los Odesur

Sobró dinero, por eso, con lo que quedó se hicieron los primeros Juegos Odesur, que antes eran llamados Cruz del Sur y aún así alcanzó para invertir en otra infraestructura en el interior, tanto en Cochabamba como en Santa Cruz”, afirmó Germán Azcárraga.

Efectivamente se disputaron en 1978, y las subsedes fueron Cochabamba y Santa Cruz.

El dirigente sostuvo que los Bolivarianos parieron un “hijo” Odesur gracias a que el dinero fue bastante por el impuesto.

Además destacó la influencia de José Gamarra Zorrilla, quien hizo pesar nuevamente su figura en el ámbito internacional.

“Él tuvo la virtud de persuadir nuevamente al Gobierno de apoyar el otro proyecto como la organización de los Odesur. Le dijo al presidente que ya teníamos la base en la estructura y que no haría cambios. Se pudo hacer más porque se logró tener recursos y debíamos impulsarlos y aprovecharlos al máximo”, aseveró el exdirigente.

Un selecto grupo obtuvo 15 medallas doradas

Bolivia obtuvo más medallas de oro que en cualquier otra edición de los Juegos Bolivarianos. Antes de la cita de La Paz, las delegaciones nacionales habían conseguido 11 medallas doradas, 18 de plata y 23 de bronce, totalizando 52 en seis competencias regionales a las que Bolivia pudo concurrir.

En cambio, en La Paz fueron 15 de oro, 20 de plata y 36 de bronce, en una sola edición.

Las preseas de oro fueron logradas por: la selección femenina de básquetbol, Isidro Guarachi y Wálter Quisbert (boxeo), el equipo de 4.000 metros persecución y Édgar Cueto (dos) (ciclismo); Joaquín Herrman (hipismo), selección de fútbol, Joae Young Kim (judo), Antonieta Arízaga (natación), Carlota Velasco y Cinthia Terán (tenis dobles), Jaime Sánchez, Édgar Prudencio, equipo de skett, equipo de fosa olímpica, Wálter Quiroga (tiro); equipo de bowling, además de dobles mixtos y dobles masculinos de la misma disciplina.

‘Tatake’ Quisbert

‘Fue un sueño ganar la medalla de oro’

En lo personal fue un sueño poder competir, porque desde antes ya pensaba en la inauguración y también en las peleas, además del aliento del público. Yo me había preparado cerca de ocho meses y la verdad fue todo un éxito. Fue la experiencia deportiva oficial más hermosa que guardo en mis recuerdos”, afirma Wálter Tatake Quisbert.

Destaca que su entrenador fue el ruso Nikolas Stanislav, asistido por Pablo Garay, con quienes dice se tomaron bien en serio su preparación en la que tuvo que hacer sacrificios en el trabajo físico, en la alimentación y todo lo demás para llegar bien preparado.

Disputó tres combates del peso pesado. Enfrentó a un peruano, un ecuatoriano y finalmente a un venezolano.

La pelea final “fue muy peleada, porque el hombre era bastante experimentado, con roce mundial y olímpico. Lo que más me emocionó fue que ese día el coliseo superó toda su capacidad, pues creo que es para 8.000 personas, pero esa noche entraron como 10 mil. El apoyo de la afición fue algo emocionante”, evoca.

Plata y bronce también fueron más que en otros Juegos

El atletismo entregó cinco de las 18 medallas de plata en los Juegos Bolivarianos.

La marcha atlética ya era una de las fortalezas bolivianas de entonces y Esteban Quelale —quien hoy sigue practicando— se colgó una presea plateada.Mary Rojas, Linda Spents, el pentatlón femenino y la posta femenina de 4X100 fueron las otras plateadas en la disciplina.

El boxeo, los deportes ecuestres, la esgrima, el judo, la natación se sumaron a los logros a través de diversos deportistas.También el waterpolo —a pesar de que en Bolivia no se competía en esa disciplina—, el tenis y los equipos de voleibol masculino y femenino, además del bowling, se subieron al segundo lugar del podio bolivariano.

Entre las 23 de bronce destacó Spents en atletismo, obteniendo dos individuales. Y en esa camada de deportistas que obtuvieron un tercer lugar también estuvo el hasta hace poco presidente del Comité Olímpico Boliviano Édgar Claure en el judo.

El fútbol dio una gran alegría

Ramiro Blacut dirigió a la selección boliviana de fútbol, campeona bolivariana de 1977. Y Manuel Blanco era una de las figuras del ese equipo, el “hombre gol”.

Fue una selección integrada por jugadores de todos los departamentos: recuerdo a Remberto Arispe, Ronald Garrido, Ramiro Portugal, Max Rougcher y otros compañeros que, junto al profesor Blacut, trabajamos por un mes y medio para intervenir en los Juegos. Recuerdo bien que incluso no había ni canchas para entrenar, trabajábamos en la del Colegio Militar de Ejército porque la del Hernando Siles estaba siendo terminada”, rememora Blanco.

Blacut destaca que se trataba de “una selección joven, con jugadores que tenían entre 17 y 18 años, no más. Por ello tiene un gran mérito esa selección, que ganó por primera vez una medalla bolivariana en la disciplina del fútbol”.

Quelale se hizo conocer

El marchista boliviano Esteban Quelale tenía 33 años durante los Juegos Bolivarianos de 1977. Ganó una medalla de plata y recuerda dos cosas de aquella vez: lo mal que lo trataron, pero lo bien que le fue al colgarse una presea.

“Al principio no lo podía creer, pero luego, con el tiempo, le doy cada vez más valor y por eso la cuido (la medalla). Fueron unos Juegos en los que me comenzaron a conocer en mi país. Sucede que en la delegación de esa época no me querían porque no me llevaba bien con los entrenadores y apenas me habilitaron. Me entrené con los mexicanos de la época, con quienes aprendí los secretos de la marcha y logré subir al podio”.

“Lo más bonito fue entrar en la pista del estadio, donde todo el público me apoyó y me dio una gran fuerza. El presidente Banzer me fue a saludar en persona a la Villa Bolivariana”.

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